Alfaro

Mucho he escrito en este espacio sobre la ausencia de oposición en el país. Los partidos tradicionales, encabezados por Acción Nacional y el PRI, han mostrado una enorme incapacidad para sacudirse la carga que representan sus pasados y plantear una agenda frente al nuevo gobierno. Lo que hemos visto en estos primeros meses post electorales sólo confirman la sospecha: no serán una oposición creativa, inteligente, firme.

Lo que ha ocurrido de manera paralela es el enorme crecimiento de una figura de oposición surgida desde lo local: Enrique Alfaro, quien se convirtiera en gobernador de Jalisco el pasado jueves y el primer gobernador de Movimiento Ciudadano en toda la República.

De 2015 a 2018, Alfaro fue presidente municipal de Guadalajara y previamente lo había sido de Tlajomulco, Jalisco. Bajo su liderazgo electoral y social, Movimiento Ciudadano logró ganar prácticamente la totalidad de los cargos en disputa en todo el estado, a pesar de la fuerza del movimiento Wiki comandado por Pedro Kumamoto y del fenómeno electoral que arrasó en todo el país, Andrés Manuel López Obrador.

Precisamente el jueves de la semana pasada, mi compañero en estas páginas, Raudel Ávila, escribió sobre el fenómeno Alfaro, que lo es tanto a nivel local como lo que está construyendo a nivel nacional. Aquí hay que destacar un hecho que resultó obvio, pero no tuvo la cobertura mediática merecida: la postura del gobernador Alfaro frente a la aprobación de la figura de los llamados “virreyes” tuvo más eco nacionalmente que los dichos y posturas de todos los gobernadores emanados del PAN.

Ávila identifica bien en qué consiste su liderazgo: “Es un político que ya no cree en el esclavismo de la disciplina partidista y se atreve a defender opiniones propias. Consecuentemente, no iba a tolerar la invasión de sus atribuciones como gobernador. La etapa democrática mexicana se ha caracterizado por la presencia de una figura dispuesta a ejercer de contrapeso al Presidente de México. En su momento lo hicieron AMLO con Fox y Ebrard con Calderón”. Hoy, Alfaro y su equipo han comprendido que el escenario está puesto para que la oposición se haga desde Jalisco.

El jalisciense tiene una ventaja adicional: cuenta con la plataforma de un partido relativamente joven y que atraviesa un proceso de renovación generacional en todos sus órganos de dirección interna. Es, asimismo, uno de los partidos más versatiles en cuestiones ideológicas y ha mostrado una especial disposición a incluir en sus filas a liderazgos externos con arraigo social.

En estos días, Enrique Alfaro se ha posicionado en el tablero político como el principal antagonista al gobierno de López Obrador. Lo curioso es que cuando muchos vaticinaban o aseguraban que la oposición vendría de la derecha quizás se hayan equivocado. Parece que vendrá de la izquierda.