La semana pasada, el grupo de países que integran el G-20 se reunió en Roma para realizar su primera cumbre presencial, desde que inició la pandemia. El G20 está compuesto por 19 países más la Unión Europea. Es importante resaltar que los países que conforman este grupo representan a 2/3 partes de la población mundial, es decir, el 85% del PIB del mundo. Desgraciadamente uno de los grandes ausentes fue el presidente de México Andrés Manuel López Obrador, quien no asistió y puso como excusa el Covid-19.
Los temas a tratar según la agenda del grupo fueron la lucha contra el Covid-19, la recuperación económica y el clima. Se espera que los representantes de las principales economías acuerden compromisos de cara a la COP26, que comenzó el domingo pasado en Glasgow, Escocia, y se considera clave para frenar el calentamiento global.
Resulta muy extraño el pretexto del presidente López Obrador, cuando según lo dicho por su administración, estamos ya en semáforo verde. Era muy importante asistir a esta cumbre para que este grupo ayudará a México, con el tema de las vacunas que fueron aplicadas a los mexicanos, ya que se les está negando el acceso a varios países del mundo, por estar vacunados, con biológicos que no han sido aprobados por la OMS.
Los países que forman el G20 se reúnen anualmente en busca de lograr consensos entre los países miembros, y apoyarse entre sí para superar la crisis económica, mejorar el empleo y el desarrollo global sostenible y equilibrado, también buscan la transparencia fiscal, y luchan contra el blanqueo de capitales. Si México enfrenta una crisis economía derivada de la pandemia y de los ahorros mal entendidos de este gobierno que tienen prácticamente paralizado al país, no se entiende su ausencia a esta reunión. México perdió la oportunidad de negocios que tanto necesitamos.
Si bien en lugar del presidente López Obrador acudió el titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores Marcelo Ebrard, es un desaire a dicha cumbre su inasistencia, lo que mina las relaciones internacionales de México. Aun cuando el canciller Ebrard acertadamente expresó su preocupación por la desigualdad en la repartición de vacunas contra el Covid-19, ese llamado lo debió hacer nuestro presidente, para tener más eco.
Durante el encuentro anual de las 20 economías más poderosas del mundo, los líderes de dichas naciones, dialogarán sobre la importancia de fortalecer la cooperación internacional, luego de la pandemia, y limitar el calentamiento global a 1.5 grados Celsius, para evitar un desastre ambiental.
Cómo México va a participar en el cuidado del medio ambiente, cuando está impulsando las energías sucias, el uso de del carbón; desincentivando el uso de las energías limpias, así como golpeando al sector del gas y la luz, con la reforma que mandó al congreso, no hay manera que cumpla la agenda del cambio climático.
Otra de las principales preocupaciones de los líderes gira en torno a la crisis energética, ya que hay problemas en la cadena de suministro, el aumento de precios de la energía eléctrica que amenazan a varios países, incluídos los más desarrollados.
¿Será que el presidente no asiste, porque no se quiere comprometer a cumplir los compromisos internacionales, en materia de cambio climático y cuidado del medio ambiente?