Columnas
En la década de los sesenta y setenta del siglo pasado una ola populista recorrió el mundo, sus discursos no eran muy distintos a los de ahora, de hecho eran similares, en esencia: los pobres antes que nadie y el fin de la desigualdad.
Dicha ola populista no dejó buenos resultados al mundo, la mayoría de esos regímenes derivó en tiranías y conflictos sociales cuando sus críticos fueron señalados de reaccionarios, conservadores, enemigos del pueblo y románticos del pasado de corrupción (cualquier parecido con la actualidad no es mera coincidencia).
En su lugar, ante al evidente fracaso del populismo setentetero, otra ola recorrió el planeta, la del neoliberalismo, sus postulados son de sobra conocidos, en esencia: libertad económica y la menor participación posible del estado en la economía
Los saldos del neoliberalismo todos los conocemos; cuando desde cierto palacio de cierto país emergente que hoy recibe miles de millones de dólares por el nearshoring, se dice que el neoliberalismo profundizó la desigualdad, es totalmente correcto, lo que no dicen es que dicha desigualdad se hizo muy amplia a partir de la combinación de ideas marxistas, socialistas y comunistas, que nunca terminaron por definir un verdadero programa económico y que solamente atinó a llamarse: populismo.
Habrá quienes quieran debatir qué le ha hecho más daño al mundo, si el populismo o el neoliberalismo, pero dicho debate no es el centro de este artículo, de modo que cada quien puede pensar lo que guste, en abono de la libertad de expresión y de pensamiento.
Desde el particular punto de vista de quien esto escribe, tanto el populismo como el neoliberalismo tuvieron la desgracia de caer en manos de líderes extremistas, hasta la fecha, lo que hace más daño por sí mismo.
El populismo pretende repartir todo el estado y la riqueza, o al menos eso dice, poniendo como prioridad a los pobres.
Pero el problema y la pregunta de hoy es la misma que desde hace 60 años, ¿de dónde?; los populistas piensan que el dinero y la riqueza se produce por generación espontánea, mientras que los neoliberales consideran que el mercado es tan fuerte y hasta "milagroso" que cura todos los males económicos empezando por la pobreza.
Los neoliberales buscan corregir las fallas creadas por el populismo con libre mercado, incluso al exceso.
Como se habrá dado cuenta amable lector, el mundo se encuentra atrapado desde hace por lo menos 60 años entre dos corrientes de pensamiento y ambas lo han llevado al desastre una y otra vez.
Hoy la desigualdad es más profunda que nunca, y los populistas dirán, como dicen, que es el saldo de las "salvajes" políticas económicas neoliberales, la pregunta es ¿por qué si el populismo era tan maravilloso también dejó un saldo devastador de pobreza y desigualdad?
También como lo habrá notado, los ciclos económicos son una constante en las últimas décadas.
Ante el fracaso del neoliberalismo y atendiendo el ciclo, lo correcto es que le tocara el turno al populismo.
Pero incluso hay una razón todavía más profunda para entender la consolidación de esta ola populista que recorre al planeta en estos momentos: el hartazgo.
Lamentablemente dicho hartazgo no es bien reflexionado por los ciudadanos, quienes al momento de votar mandan las señales equivocadas, eso más la verdadera soberbia y autocracia que esconden perfectamente bajo una máscara de demócratas la mayoría de los líderes populistas, es lo que los ha llevado al poder y explica la consolidación del populismo en el mundo, a pesar de su evidente fracaso.
Hace poco un amigo simpatizante con el actual régimen en México, me explicaba por qué estaba a favor ee la continuidad para los próximos años.
Mi amigo no escondía los problemas del régimen, y hasta sus contradicciones y evidentes desatinos para llamarlos de alguna manera, pero explicaba que: "necesitan más tiempo, otra oportunidad, así como la tuvieron los neoliberales"
El populismo se consolidan ahora de la mano del hartazgo de políticas económicas fallidas, que en el fondo son producto tanto de populistas como de neoliberales, hoy los populistas se aprovechan y dicen ser la solución para el desastre, en el fondo son lo mismo.
Este hartazgo seguramente llevará en algunos años a otro cambio, lamentablemente podría ser en favor del neoliberalismo, el regreso de quienes dirán que las cosas son mucho mejores con el libre mercado y la desaparición casi total del estado, al menos en la participación económica.
Hoy el arribo de una tercera vía parece lejana, tanto por la falta de líderes como por la falta de una estrategia económica, ante el fracaso de las dos grandes corriente de pensamiento económico que han dominado en las 6 últimas décadas.
La opción debería ser: tanto populismo como sea necesario, y tanto neoliberalismo como de deba.
Lamentablemente, mientras no haya una tercera vía parece que el mundo seguirá atrapado entre líderes populistas déspotas y aspirantes a tiranos, y líderes neoliberales insensibles y ególatras, incapaces de traducir sus cifras y políticas económicas a la realidad de millones de seres humanos.
A ambos tipos de líderes, cuando dentro de algunas décadas, o siglos, quienes estén en nuestro lugar estudien este momento histórico, los ubicarán como "una pesadilla para la humanidad".