Uno de los fenómenos astronómicos más peculiares es la llamada, Luna de Sangre, la cual es un eclipse generado por dos eventos diferentes los cuales provocan que la luna se torne en un color rojizo.
Para que esto ocurra es necesario que ocurra un eclipse luna junto con la concentración de altos niveles de polución, nubosidad o interferencias de otro tipo en la atmósfera, los cuales brindan ese color rojizo en el reflejo de la Luna.
Cuando ambos eventos astronómicos coinciden hay una absorción de ciertas longitudes de ondas de luz solar que permite el paso del espectro inferior de la luz, fenómeno que han estudiado los astrónomos debido a la dificultad de predecirse.
Por lo anterior cabe aclarar que la Luna no se vuelve roja, pero la reflexión de la luz provoca que en la Tierra se vea de este tono.
“La Tierra se posiciona entre el Sol y la Luna, pero por el borde del planeta, la radiación que llega del Sol interactúa con la atmósfera y dicha luz, a la que llamamos ‘blanca’ y está formada por todos los colores, interacciona con las moléculas de aire, dispersándose y cambiando de dirección”, detalla Beatriz García, directora del Observatorio Pierre Auger para National Geographic.