Las entidades con mayor número de participación ciudadana para la revocación de mandato fueron Tabasco, Chiapas, Campeche, Veracruz, Tlaxcala, Guerrero y Oaxaca. Las que tuvieron menos de 10% de participación fueron Jalisco, Aguascalientes y Guanajuato. Es más que clara la división del país. El voto duro de AMLO está en los estados más pobres y los de menor escolaridad. Lo interesante es cómo se están interpretando estos datos. En redes sociales, los memes (que siempre guardan un núcleo de sinceridad inconfesable de quien los crea y difunde) se parecen a los que hablaban de la división entre alcaldías en las elecciones de 2021. La gente “preparada” y “decente” vota anti AMLO, y viceversa. La implicación es que las preferencias políticas son, hoy un símbolo de estatus. Pertenecer a una alcaldía o a una entidad que no salió a votar, está siendo encuadrado como la pertenencia a un barrio de lujo, y (seguramente) también significa que en esa casa sí saben leer y sumar. De nuevo, lo único que es evidente es que donde hay menos alfabetización también hay más pobreza, y no veo cómo esto debería hacer sentir orgulloso a nadie; más bien es desolador que, como ha dicho Rodrigo Sánchez, entre otros, “Mexico sigue siendo muchos Méxicos”. Me parece que efectivamente, hay dos partes claramente identificables: los estados más ricos e industrializados están en contra de este presidente, y se nota no en la votación, sino en el grado de movilización. Ellos manifestaron su voluntad mediante la abstención. Los estados del sur y sobre todo del sureste, los más pobres y ruralizados (que ya rurales, en sentido clásico, no hay ninguno) fueron los que más se movilizaron y salieron a votar. Así, el voto duro de AMLO (que no de MORENA, y esto es importante) está en los estados donde más gente vive en la precariedad. Retomemos las críticas de los panistas bien-casados. Dicen que fueron todos acarreados o amenazados. Visualicemos a 15 millones de personas. No es tan sencillo, porque son muchísimas, más de las que podemos ubicar en cualquier espacio cerrado que exista. Si de verdad creen que es posible movilizar a la fuerza o de forma controlada a esa cantidad de personas, nunca han intentado movilizar a nadie. Lo que queda, entonces, es el discurso de la demagogia que los tiene ciegos y encandilados, o que “les dan su dinerito y por eso salieron”. Tampoco queda claro, porque esto es medio excluyente, me explico: si son votos clientelares, el clientelismo político asume una racionalidad muy clara por parte del cliente. Es una transacción de voto por beneficio. Así, el electorado del sureste no votaría por AMLO “por ignorante” ni “los están engañando”, sino todo lo contrario, serían los más racionales de todos, porque el programa político que está en el poder los prioriza como estrato social en las políticas públicas. O se es un fanático irracional o se es parte de una transacción clientelar. No pueden ser las dos cosas.
A mayor abundamiento. ¿Los programas gubernamentales deben de centrarse en todos por igual o en los más necesitados, por la razón que sea que hayan llegado a esa circunstancia? El tema de reducir la desigualdad implica asistencia a los pobres y mayor presión fiscal para los más ricos. Esto, además, no es un programa de izquierda jacobina, sino de social democracia cristiana (economía mixta con sistema fiscal progresivo). La oposición sigue sin entender al presidente, por eso ni para odiarlo es buena.