Aún mi capacidad de comprensión no me da para aceptar que, en su afán por quedar bien con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el nuestro, Andrés Manuel López Obrador, niegue la realidad que han padecido nuestros connacionales: la persecución perversa de quien separó a los niños de sus madres metiéndolos en jaulas como si fueran animalitos. No, Trump no es amigo de los mexicanos ni lo será nunca, es el “gringo” más antimexicano de todos los tiempos y en pocos días lo volveremos a ver amenazándonos para quedar bien con su base racista.
El presidente mexicano hizo bien su trabajo: le levantó la mano a Trump en busca de conseguir la reelección cuando ni siquiera tiene la seguridad del triunfo, su oponente Joe Biden va arriba en las encuestas con más de diez puntos de ventaja y tomó nota de lo dicho por el tabasqueño.
La diplomacia no obligaba al mandatario mexicano a exacerbar las virtudes que sólo él ve en Donald Trump, se olvidó de que no fue a la Casa Blanca en calidad de amigo sino como representante de todo un pueblo que conoce las ofensas de Trump, por lo cual su discurso abrió las puertas para que el empresario siga ofendiendo y humillando a nuestros paisanos.
Quizá para los seguidores y defensores a ultranza de López Obrador su postura en su primera salida de México como presidente fue una estrategia inteligente, en mi humilde opinión jamás la sumisión será la mejor diplomacia. Y no con esto quiero decir que esperaba o ansiaba un enfrentamiento entre ambos mandatarios, lo que esperaba y puedo asegurar millones de mexicanos era ver a nuestro presidente defendiendo la dignidad de nuestros migrantes.
Mentira que cada día el presidente de Estados Unidos respete más a los mexicanos, su odio hacia nuestro pueblo lo lleva en su ADN como lo demostró unas horas antes de que López Obrador llegara a Washington, al subir a sus redes sociales lo que es su mayor símbolo de racismo: el muro.
No nos engañemos, Trump jamás ha sido gentil, comprensivo o respetuoso como lo aseguró el presidente López Obrador. Mentira también que jamás se haya amenazado con imponernos “castigos” si nuestro gobierno no cedía ante sus caprichos, o ¿cuál es la razón por la que México tiene a miles de soldados cuidando la frontera? ¿Y los aranceles? ¿Y la constante advertencia de cancelación del tratado comercial trilateral entre Estados Unidos, Canadá y México?
Trump no sólo logró su cometido de utilizar al presidente mexicano como “anzuelo” para conseguir los votos de los mexicanos radicados en aquel país, escuchó música celestial cuando el tabasqueño lo comparó con Abraham Lincoln y George Washington, y así con esos elogios Donald Trump hizo su video de campaña.
Amigos por siempre, o mejor dicho, mientras les dura el poder.