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En los últimos meses, los precios del grano de café han subido drásticamente en los mercados de futuros, ya que se conjuga una mayor demanda con una oferta limitada debido a las malas cosechas que registran los principales países productores, a causa de las condiciones climáticas.
Por ejemplo, las grandes regiones cafetaleras de Brasil -el principal productor del planeta con el 32 por ciento del grano mundial- viven la peor afectación climática del siglo, mientras que la producción en Colombia es irregular ante las protestas sociales y Vietnam presenta escasez de contenedores para la exportación.
En contraste, la pandemia sanitaria ha cambiado los hábitos de consumo y propiciado mayor demanda en el mundo, con lo cual, los requerimientos del grano superará a la producción por primera vez desde 2017, de acuerdo con proyecciones del Departamento de Agricultura de Estados Unidos.
Este es un buen escenario para México, cuyas exportaciones al primer trimestre de este año aumentaron 28.2 por ciento respecto a igual lapso de 2020, al sumar 35 mil 510 toneladas, con valor de 117.3 millones de dólares y se vislumbran mayores oportunidades de exportación en mercados exigentes como Corea.
Además, se espera un crecimiento de 1.9 por ciento de la producción nacional de café cereza, con 971 mil 795 toneladas previstas para este año y donde importantes estados productores como Puebla tendrán un rol importante.
Y es que, la siembra de café en la entidad ya alcanza a 54 municipios ubicados principalmente en la Sierra Norte, con más de 70 mil hectáreas dedicadas a su cultivo y producción, y ha sido a través de la Secretaria de Desarrollo Rural (SDR) el impulso estratégico de este cultivo.
La producción estatal del grano creció 9.3 por ciento el año pasado, al sumar 159 mil 615 toneladas, y para este 2021 se espera un alza de hasta 4.5 por ciento, con un volumen estimado de 166 mil 791 toneladas.
Los altos precios del café deben beneficiar a los cafeticultores mexicanos y que obtengan un precio remunerativo justo, ante años de dificultades por precios bajos.
En México, detrás de una taza aromática está el trabajo de miles de productores de pequeña escala, que realizan prácticas sostenibles con el medio ambiente y a quienes hay que pagarles lo que vale su trabajo.
El 92.1 por ciento de la producción de café cereza proviene de productores con superficies de cultivo no mayores a cinco hectáreas que han hecho del aromático su forma de vida y medio de subsistencia.
Una buen parte de los cafeticultores también recibe apoyos de los programas prioritarios de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER), además de acompañamiento tecnológico.
Esto abre buenas perspectivas para la cafeticultura mexicana, con mayor producción, exportación y precios justos que beneficiarán a los productores y sus comunidades, a las cadenas productivas y a la balanza comercial de nuestro país.