Durante años asociamos la idea de propaganda política con la promoción de un ideario o sistema de gobierno, por ejemplo, las campañas de posicionamiento en países cercanos a la izquierda que buscan permean en la población el concepto de una sociedad socialista.
Sin embargo, hoy en día no se busca posicionar una ideología o una manera de gobernar, en la actualidad en México, para que buscáramos posicionar caudillos y no sistemas de gobiernos.
Es así, que en actual Sistema Político Mexicano se centra en las personas y no los Partidos Políticos o los Sistemas de Gobierno, lo que para algunos resulta positivo porque es un signo inequívoco que los Institutos Políticos están por desaparecer y que serán los ciudadanos los que encabecen de manera plural el gobierno. Sin embargo, cuando hablamos que las campañas políticas se centran en una figura y no en un programa de gobierno, se apela a dar continuidad al gobierno de una sola persona.
Es decir, el Sistema Político Mexicano parece dar un paso hacía el pasado y no hacía una autentica democratización, es así como las campañas y la propaganda política tiene como fin dar continuidad a la idea que importa la figura y no el programa con el que se gobernará, para algunos, es momento de posicionar a la persona y no hablar de las acciones o políticas públicas que se pretenden implementar.
Así, resulta necesario hacer una revisión puntual sobre las limitaciones que hay y debe de haber sobre la discusión de ideas, programas y políticas públicas, no como actos anticipados de campaña, pero si con el fin de normalizar que la ciudadanía cuestione, analice y entre al debate no de quién es el mejor candidato, sino de entender y cuestionar cuales son los mejores medios para implementar medidas que beneficien al país.
Lo anterior, invariablemente necesita un marco regulatorio que garantice la equidad en la contienda, pero que permita el debate de ideas previo a las campañas políticas y que tenga como fin que la ciudadanía pueda contribuir al contenido y formación de los programas de gobierno, lo que permitiría el transito hacía gobiernos ciudadanos, dando así la transición del caudillismo electoral a gobiernos ciudadanos.