La democracia, en su esencia, se define por la participación activa y libre de la ciudadanía en los procesos electivos, un pilar que puede verse amenazado por el uso indebido de las encuestas preelectorales. Sin embargo, cuando ciertos medios o encuestadoras se alinean con intereses políticos, su objetividad puede estar en juego.
En México, el caso de Claudia Sheinbaum ha generado muchas discusiones y perspicacias. Recientemente –y aún sin ser formalmente candidata a la presidencia por parte de Morena–, la encuestadora “Mitofsky” le otorgó un 47.7 por ciento de apoyo, y el diario “El Universal” mencionó una ventaja de 30 puntos sobre Xóchitl Gálvez. “Covarrubias y Asociados” proporciona a Sheinbaum el 64 por ciento y 17 para Gálvez, mientras que “De las Heras Demotecnia” le asigna el 68 por ciento a la morenista y el 14 por ciento para la abanderada del Frente Amplio por México.
Las encuestadoras “México Elige” y “Massive Caller”, por el contrario, sólo le dan una ventaja de entre 9 y 10 puntos porcentuales. Según “México Elige”, Sheinbaum cuenta con el 50.9 por ciento de las preferencias, mientras que Gálvez tiene el 40.1 por ciento. Por otro lado, “Massive Caller” le otorga un 41.5 por ciento y 32.1 por ciento a su rival. Y aquí surge la pregunta: ¿Reflejan estas encuestas genuinamente la opinión pública, o existe un sesgo hacia ella, por razones que van más allá de una simple medición objetiva?
A nivel global, se ha demostrado que las encuestas pueden influir en la percepción del público. En el caso de Sheinbaum, algunos argumentan que el apoyo excesivo mostrado en ellas busca desmotivar a otros votantes, creando una sensación de victoria inevitable. Y eso es lo preocupante, de cara a las elecciones del próximo año. Es vital mencionar que las encuestas pueden ser herramientas valiosas cuando se realizan y se presentan de manera objetiva y transparente, y existen encuestadoras que se esfuerzan por mantener la objetividad y transparencia en sus métodos y resultados. Pero tan excesiva diferencia, como lo es el caso de Sheinbaum, no parece ser real.
La estrategia de desalentar a los votantes no es nueva y ha sido observada en diferentes países y contextos electorales; las encuestas sesgadas no son exclusivas de México. Sin embargo, es fundamental respaldar esta afirmación con estudios y datos específicos. La transparencia y la ética en la realización de encuestas son cruciales para mantener la confianza en los procesos democráticos y las instituciones. Las autoridades electorales y los organismos reguladores deben desempeñar un papel activo en la supervisión y regulación de las encuestas para garantizar que se realicen de manera justa y transparente.
Por ejemplo, en el Reino Unido, el referéndum del Brexit en 2016 fue un ejemplo palpable de cómo las encuestas pueden fallar en prever el resultado electoral, generando un shock en los mercados y en la política internacional, al no anticipar la decisión de los votantes de abandonar la Unión Europea. Otro caso notable fueron las elecciones presidenciales de EU en 2016, donde la mayoría de las encuestas pronosticaban una victoria clara para Hillary Clinton y, sin embargo, Donald Trump emergió como el vencedor, cuestionando la precisión y confiabilidad de las encuestas.
“La Democracia de Encuestas" es un concepto explorado por Marcos Pérez Talia, un politólogo paraguayo con especialización en partidos políticos y procesos electorales, que se enfoca en cómo las encuestas electorales pueden influir tanto en el comportamiento del electorado como en los resultados electorales. Subraya que, si bien las elecciones pueden ser libres y, en ciertos casos, competitivas, las encuestas –mediante la distribución de información distorsionada–, buscan impactar en el comportamiento electoral con varios efectos posibles, como desmotivar la movilización del electorado, afectar la financiación de campañas de la oposición, y potencialmente evitar la polarización. La psicología del votante es compleja y puede ser influenciada por una multitud de factores, incluyendo las encuestas electorales. La exposición a encuestas que favorecen a un candidato puede generar un efecto” bandwagon” (carro ganador), donde los votantes se inclinan hacia el "triunfador" percibido. Por otro lado, también puede surgir el efecto “underdog” (efecto perdedor), donde los votantes se sienten obligados a apoyar al candidato que está detrás en las encuestas para nivelar la competencia.
Pero, retomando mi opinión inicial, la integridad de las encuestas se ve amenazada cuando los medios de comunicación y las casas encuestadoras se alinean con intereses políticos específicos, comprometiendo la objetividad y precisión de los datos presentados al público. La regulación de las encuestas electorales y la implementación de estándares éticos y metodológicos estrictos debieran ser obligatorias para preservar la confianza en estos instrumentos. Es imperativo que los organismos electorales y las instituciones democráticas trabajen conjuntamente para mitigar la influencia indebida de la "democracia de encuestas" sesgadas y manipuladas. La democracia es tan fuerte como su eslabón más débil, y es responsabilidad de todos protegerla y fortalecerla frente a influencias externas y manipulaciones.
El caso de Sheinbaum y otros ejemplos globales sirven como recordatorios críticos de la necesidad de vigilancia y acción colectiva para garantizar que las futuras elecciones estén libres de manipulaciones y verdaderamente reflejen la voluntad ciudadana. La integridad de las encuestas, la objetividad de los medios, y la transparencia en los procesos electorales son pilares fundamentales para una democracia saludable.
Los ejemplos de México y el mundo nos muestran las consecuencias de permitir que las encuestas sesgadas influyan en la percepción pública y, por ende, en los resultados electorales. Es imperativo que la sociedad, los reguladores, y los actores políticos trabajen conjuntamente para salvaguardar la veracidad y justicia en nuestras democracias, asegurando que cada voto provenga de una decisión informada y no manipulada. Las encuestas electorales deben ser manejadas con extrema cautela y escrutinio para evitar que se conviertan en instrumentos de manipulación política, como al parecer se han tratado de usar hoy, ventajosa y perversamente.
Exdiputada federal, asesora de la AC Impulsa y colaboradora del STUNAM