Nunca imaginó Jaime Heliodoro Rodríguez Calderón, “el Bronco”, terminar como terminó; recluido en un Penal, el de Apodaca, que él mismo construyó en sus tiempos de gobernador de Nuevo León y escuchando como quienes hacían fila para el día de visita, se amotinaban porque se cancelaba ésta ya que nadie esperaba la llegada del exmandatario -que tuvo que pasar el rigor de ser fichado-, como hace tiempo lo había prometido el actual gobernador, Samuel Rodríguez.
Corría el año 2015, cuando Rodríguez Calderón se volvía uno de los íconos de los candidatos independientes, junto con el jalisciense Jesús Kumamoto; Manuel Martínez, de Michoacán, o el hijo del “Maquío”, Manuel Clouthier. Pero “el Bronco” fue el que más trascendió pues de haber militado en el PRI, por aquellos años, se consideraba que había hecho historia porque venció en las elecciones por un amplio margen a los candidatos del PRI y del PAN, cuando había empezado en el tercer lugar de las preferencias electorales y antes, haberse alzado de entre 124 aspirantes a ser candidatos independientes.
La movilización que logró en Nuevo León fue impresionante en lo que se consideró la “broncomanía” y ello lo animó para en el 2018, pedir licencia a su cargo para buscar convertirse en candidato independiente a la presidencia de la República.
Cuando llegó a la gubernatura, quien también fue alcalde de García, Nuevo León, dijo en su mensaje: “les vamos a dar seis años de vacaciones a los dos partidos que estaban gobernando”. Sin embargo por toda esa obnubilación que sufrió Rodríguez Calderón por un movimiento que no pensó que llegara a esos niveles, empezaron los errores y su propuesta de conformar un gobierno ciudadano dejando de lado a los partidos se perdió en el olvido porque empezó también con frivolidades y dislates con tal de, -según él- vincularse y hablar con “la raza”.
Así, un inflado Jaime Rodríguez no supo canalizar el descontento manifestado por los neoleonenses por el gobierno del priísta Rodrigo Medina, quien por cierto, en su carrera política quiso emular para ser su sucesor, al expresidente Enrique Peña Nieto, pero todo se fue al traste por sus escándalos de corrupción y enriquecimiento ilícito, e incluso, el exgobernador Medina se convirtió en la cuota que pagó el Bronco al llegar al Palacio de Gobierno de Monterrey.
Lo que también pasó por alto el exgobernador preso, es que la multitudinaria votación que recibió fue producto de que él se convirtió en la única opción frente a los partidos, esto es, a lo mejor no le gustaba del todo a parte de la ciudadanía, pero se presentaba como una esperanza. Tiempo después y a pesar de haber sido innovador en las redes, vino otro que las inundó y aprovechó mucho mejor que él.
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