Luis Cuanalo
México ha registrado en los últimos días señales positivas que avistan una firme recuperación económica tras la etapa más crítica de la pandemia de COVID-19. En marzo repuntó la venta de vehículos nuevos y aumentaron las expectativas de crecimiento del PIB para este año por parte de analistas privados y de organismos internacionales como el FMI.
La economía estadounidense también marcha hacia un crecimiento e incluso ya dio la sorpresa con la generación de empleos al tercer mes del año (916 mil), la cifra más alta de los últimos siete meses, situación que también beneficia a México, al ser nuestro principal socio comercial.
En esta etapa de recuperación, el sector primario del país jugará un papel determinante, ya que fue el único motor económico que no se apagó con el coronavirus y, por el contrario, creció 2.0 por ciento y contribuyó a mitigar la afectación a la economía nacional con el ingreso de divisas en 2020, sin olvidar su contribución al abasto de productos y la seguridad alimentaria mundial.
Al respecto, es de destacar que la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en México ya elaboran un plan de trabajo para impulsar al sector agroalimentario y contribuir a esta recuperación en la etapa de pospandemia.
Este esquema pone énfasis en la reactivación de las cadenas productivas que contribuyen al Producto Interno Bruto agroalimentario. Estas cadenas se integran mediante los comités nacionales de los Sistemas Producto y de los proveedores de bienes y servicios públicos y privados, los cuales son necesarios para apalancar esquemas de inversión y financiamiento productivo.
Y es que fomentar la inversión pública-privada en las cadenas de valor de productos como el café, caña de azúcar, leche, flores ornamentales, oleaginosas y granos básicos (maíz, frijol, trigo y arroz), empuja el crecimiento en el sector e incide en la reducción de la pobreza rural.
El secretario de Agricultura, Víctor Villalobos Arámbula, y la representante de la FAO en México, Lina Pohl Alfaro, también han revisado las propuestas y las recomendaciones técnicas y de financiamiento de organismos como el Banco Mundial, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola.
Tanto Agricultura como la FAO han destacado, además, la importancia del acompañamiento institucional con los programas prioritarios como Producción para el Bienestar, Fertilizantes y Precios de Garantía, pues fomentan y estimulan la productividad e inclusión en el campo.
Son buenas noticias porque estos puntos se reflejarán en un plan de trabajo incluyente, coordinado y hecho en conjunto, lo cual brindará resultados positivos en favor del campo mexicano, del desarrollo productivo y del bienestar de la sociedad rural en la etapa de pospandemia, donde se prevé un mejor escenario para el sector agroalimentario.