El Poder Judicial es una de esas grandes obras de arte de la filosofía política ilustrada. El desarrollo de Montesquieu como un poder encargado de la formación de la judicatura, e intérprete supremo de la legalidad, trascendió los tiempos, y constituyó una de las bases de la nueva nación americana, que pareciera emergida de las mayores ideas de la Enciclopedia.
En los Estados Unidos, el Poder Judicial, tendría con los aportes de Thomas Jefferson, el deber de evitar el desgajamiento de la Unión debatida entre sus mayores contradicciones, al ser un mosaico étnico, político y económico, característico de los diversos territorios otrora coloniales, que nunca estuvieron dispuestos a ceder su soberanía ante nadie -característica del sistema federal-, pero predispuestos a fundar una institución plenamente consentida por los estados, que evitara la exacerbación de los conflictos, a través de supremos fallos capaces de resolver controversias constitucionales, que al formalizarlas, el terror de las disolución federal podría debilitarse.
Temas tan importantes en la gran nación, como la repugnante segregación racial, y los desacatos a los fallos de la Corte por parte de los estados esclavistas, que constituirían su Confederación, sentarían precedentes para que el presidente Abraham Lincoln movilizara al ejército federal, pues la esclavitud no era un principio defendido por una constitución que siempre lidió con la falta de respeto hacia ella, que los grupos terratenientes del sur, y sus respectivos gobiernos estatales, manifestaron.
La violencia en las sociedades es una realidad no por una necesaria maldad innata de sus habitantes, pues normalmente son los intereses de grupos quienes movilizan recursos, pervierten a las masas y destruyen el sistema legal para garantizar prebendas o ganar elecciones al precio que sea, aunque eso signifique destruir a su nación.
La esclavitud fue motivo de una guerra atroz (Guerra de Secesión 1861-1865), así como las delimitaciones de las jurisdicciones de los respectivos territorios robados a México tras la invasión estadounidense de 1848, lo que terminó por desbalancear los equilibrios de poder en la Unión que no permitiría el esclavismo en el botín obtenido.
No respetar los fallos de la Corte, es garantía del descrédito de un gobierno, pero además, lleva al filo de un anarquismo político porque al canalizar el conflicto mediante recursos jurídicos que todos debemos acatar, desde el Presidente de la República, hasta el poder legislativo, cada institución autónoma y los estados soberanos, evita, como diría Jefferson, que nos matemos los unos a los otros, razón por lo que el prestigio de los ministros es fundamental para imponer el respeto a una sociedad que lo requiere.
Un ministro debe poseer respetabilidad, formación, rigor y carrera profesional como en México, la presencia de la Ministra Presidente Norma Lucía Piña Hernández, lo ha dejado en claro.
Enhorabuena por México.