Israel González Delgado.
Los inversionistas tienen dos grandes adicciones: ganar dinero y entrar en pánico. En este caso, el motivo es la quiebra de Evergrande, una inmobiliaria china que es, además, una de las más grandes del mundo. Se habla de una “burbuja inmobiliaria china”, y en ese sentido, se hace la fácil analogía mediática con la “burbuja inmobiliaria estadounidense”, que está en el origen de la Gran Recesión del 2008. La verdad es que tienen poco que ver.
La crisis inmobiliaria del Too Big to Fail tuvo como origen la conformación de instrumentos financieros de alta complejidad (es decir, compuestos, a su vez, de varios instrumentos), que al final se comercializaban como grandes paquetes en los que coexistían activos confiables con activos tóxicos. En particular, durante varios años se dieron créditos hipotecarios a deudores de alto riesgo que no los pagaban, y carteras completas de créditos de esta índole se insertaban en paquete en otros instrumentos, y así sucesivamente. Al final, los mercados financieros comerciaban con instrumentos que podían o no, tener activos tóxicos dentro, pero era imposible rastrearlos todos. Eso llevó al pánico y desconfianza generalizada en toda la banca de inversión, banca comercial, aseguradoras y demás entidades con presencia en los mercados bursátiles. Al final, el gobierno de EU tuvo que hacer un rescate general para todos los bancos, necesitaran o no de liquidez adicional, para hacer un borrón y cuenta nueva. La crisis de Evergrande es mucho más sencilla de explicar. Es una empresa que o para operación se endeudaba para construir sus desarrollos y pagaba sus deudas con las pre ventas de viviendas, que se encontraban apenas en la fase de maquetas. Con la pandemia se desaceleró la compra de viviendas en China y las deudas de la empresa la alcanzaron. Su deuda es de aproximadamente 300 mil millones de dólares. El dilema del gobierno chino es si la rescata con dinero público o no. A diferencia del gobierno de EU, el chino es abiertamente intrusivo en su economía nacional. El escenario más probable es que por sí mismo o a través de otras empresas chinas, rescate a los acreedores afectados. Por un lado, tendrá que garantizar a los tenedores de bonos de la empresa al menos su valor nominal. Por otro, tendrá que construir las casas o devolver los anticipos de quienes los hayan pagado. No es poca cosa, aunque si un país tiene el dinero suficiente para hacer frente a obligaciones financieras titánicas es China. Es un problema grave, y puede afectar el mercado inmobiliario global, pero lo que quiero dejar claro es que no tiene nada que ver con la crisis inmobiliaria anterior. Si hay crisis en los mercados bursátiles a partir de lo de Evergrande, será un fenómeno provocado por el pánico o la distorsión de precios de los especuladores, no por un riesgo inherente de todos los activos que se comercian en ellos, por eso no es una crisis comprable.