Columnas
Hay tradiciones que mueven pueblos enteros. Hay tradiciones que no importa el paso del tiempo su vigencia es inminente. Hay tradiciones que cimbran en el corazón.
Tuve la oportunidad de estar los días Santos en una de las ciudades más cónicas de Guatemala, La Antigua, denominada así por ser haber sido la antigua capital del país, hasta que después del terremoto de 1771 decidieron moverla a donde actualmente es. Esta ciudad que apenas cuenta con 59,000 habitantes, tiene también uno de los patrimonios inmateriales de la Unesco, su celebración de semana Santa.
La celebración como tal incluye diferentes rituales, de entre ellos destacaré dos que personalmente me parecieron impresionantes. El primero, es la elaboración de alfombras de aserrín y flores a lo largo de todas las calles peatonales. La tradición dice que las familias o propietarios de los comercios de esa calle acompañan a las diferentes peregrinaciones elaborando estas bellas decoraciones en el suelo, mismas que no pueden ser tocadas por nadie, salvo por aquellos que cargan las andas. Justamente las andas son la segunda tradición a la que quiero referirme. Las andas son inmensas construcciones de madera en las que se porta a las diferentes figuras de los momentos más representativos de la semana Santa, por ejemplo el Calvario, la última cena, etc. Estas andas son no sólo impresionantes en su tamaño, sino mas aún, que las mismas son cargadas por personas a lo largo de la peregrinación durante todo el día y la noche. La más asombrosa que vi se utiliza el viernes Santo y es cargada por más de 220 personas y tiene un peso aproximado de 10 toneladas.
Estás festividades me permitieron también conocer parte de la gastronomía del país la cual me satisfizo gratamente.
Hotel Casa Santo Domingo. Restaurante el Refectorio. Todos los platos y bebidas de este lugar fueron espectaculares: Empezando por un mojito que, a diferencia del conocido en México, éste está hecho con Piloncillo, hasta el delicioso flan de maíz, cremocito y penetrante. Aquí pedimos varios platos al centro para compartir dentro de los cuales el rissotto con tuétano fue el gran destacado. Mi plato fuerte fue un exquisito wok de camarones con leche de coco y curry, simplemente maravilloso.
Casa Escobar. Famosa por sus cortes de carne, en esta casa pudimos deleitarnos con diferentes platillos. El favorito, las croquetas de papa rellenas de short rib que se deshacía en la boca generando una explosión de sabor. La hamburguesa de wagyu bañada en 3 quesos, también fue formidable.
La casa del Ron. Imposible no pasar a tomar un Zacapa en este icónico lugar. Un Zacacoco fue lo que abrió la noche, agua de coco en su coco, acompañada de un mini Zacapa que bajaba con la pura gravedad, y un smoked cocoa Zacapa fue lo que cerró, con show de humo, un delicioso chocolate relleno de Zacapa y besitos a un Zacapa 23 ahumado, simplemente maravilloso.
Gracia Cocina de Autor (en Guatemala capital). El chef Pablo Novales, cautiva con colores y sabores en sus platillos. La sopa de elote asado, abrió mi apetito tiernamente con toques amables y cálidos. Mi plato fuerte, el gran ganador, fueron unos gnocchi de camote en salsa de curry con pato confitado, cada bocado llevaba al gozo.
Hacienda Real Zona 10 (en Guatemala capital). Una bella construcción colonial abre sus puertas con una oferta de parrillas bastante atractiva. Una fresca ensalada para iniciar y coronando con una parrilla de Puyazo y lomito perfectamente cocinados y con un sabor jugoso, deleitaron nuestros paladares.
Pipien. Este es un plato típico del país y pueden encontrarlo en muchos lugares. Muy parecido a nuestro mole poblano solo que con consistencia más suave y ligera, acompañado de tortillas (más sustanciosas y pequeñas que las mexicanas) y verdura. Gran plato que hay que probar.
Deseo todos hayan disfrutado de los días de asueto y gozado de buena mesa como la que yo pude compartir con mucha de gente más amada.
¡Buen provecho!
Amante del buen comer