Raúl Avilez Allende
Al no encontrar eco a sus reclamos dentro de la Conago, los gobernadores panistas se atrincheran en un grupo político denominado GOAN. Disminuidos empuñan banderas nulas y muy distantes del sentir popular. Así no serán recibidos en Palacio Nacional, ni recibirán el respaldo ciudadano en su forzada marcha pro federación.
La Conago cumplió ayer su décimo octavo aniversario y tiene la fuerza que le da representar a todas las entidades del país, de todos los partidos e ideologías. En ella han tomado el control los aliados del presidente Andrés Manuel López Obrador, morenistas y priistas no se han prestado al juego panista de querer usar esta organización para pegarle al Ejecutivo federal. Aunque signifique paralizar su operación.
Los gobernadores de Morena son una extensión federal y aquellos que se atreven a cuestionar o levantar la voz, lo pagan con el desprecio y la indiferencia presidencial, como le sucedió a un desolado gobernador de Puebla, Miguel Barbosa, en la reciente visita del presidente a su estado.
Poco le duraron sus ínfulas de autonomía y crítica a la estrategia federal contra la pandemia. Entendió bien el mensaje, ahora es su más ferviente defensor y puso en su lugar al camaleónico gobernador de Michoacán Silvano Aureoles, capaz de pactar hasta con el PRI con tal de conseguir sus objetivos.
Los gobernadores emanados del PRI, como Alejandro Murat, en Oaxaca, fueron formados en la tradición presidencial, de mando único, son disciplinados y decidieron plegarse al poder, donde se sienten cómodos. Saben que es lo mejor y en su momento sabrán capitalizarlo.
Otros, como el primer gobernador no priista de Nayarit, Antonio Echevarría, prefieren estar bien con el presidente, aunque eso le cueste asumir algunos desaires e indiferencias federales. Sabe que en el momento correcto el apoyo llegará, como le llegaron hoy unos ventiladores que tanta falta hacen para combatir la pandemia.
A principios de este año la Conago parecía ganarle una partida al presidente y logró que se reuniera con ellos en Palacio Nacional. Estuvieron muy contentos comiendo albóndigas de pejelagarto. Incluso algunos de los detractores más fuertes del presidente, como el gobernador de Guanajuato, Diego Sinhue Rodríguez, salieron bien y de buenas.
Al final, el presidente ganó al recibirlos y apapacharlos, sin tocar los temas realmente serios que confrontan y dividen. Fue una gran fotografía, encabezando la mesa y el poder político en México.
El GOAN en cambio, actúa como una camarilla de conspiradores al acecho del poder. Buscan posicionar a su partido rumbo a las elecciones y el presidente no se va a prestar a su juego.
En sus cálculos errados no miden que a pesar de la crisis, de varios tropiezos, de la pandemia, de la enorme inseguridad que vive el país, el presidente López Obrador sigue muy fuerte. Mantiene el control del Congreso de la Unión, su alianza con el Poder Judicial de la Federación, buena relación con Donald Trump y una fuerte simpatía a nivel nacional.
No los necesita, al contrario, ellos terminarán negociando uno por uno. Empezando este miércoles con el gobernador de Guanajuato cuando lo visite el presidente para brindarle su apoyo en el combate a la inseguridad. Si Guanajuato sale bien, este mensaje llegará a los demás estados gobernados por el PAN.
ENTRE GITANOS
Si la sucesión de la dirigencia de Morena a través de encuesta, no va a ser un día de campo, menos lo será la elección de candidatos para las elecciones del 2021.
Quienes ocuparán muchas de estas candidaturas, gracias al trabajo que han realizado y que los ha posicionado ante la gente, son los súper delegados a cargo de Gabriel García, encargados de bajar los programas insignia de este gobierno. Así empezamos a escuchar fuertemente nombres como Pablo Amílcar Sandoval para gobernar Guerrero y Gerardo Trejo Castro para Azcapotzalco. Por algo los puso ahí el presidente.
Especialista en Ciencia Política y Gobierno.
avilezraul@hotmail.com