Una madre y un padre discuten vía telefónica, el auricular es sostenido por su hijo que se encuentra en la misma habitación sucia en un motel de paso. Tanto ella como él, obligan a que el niño sea el recadero en la discusión y éste decide actuar cada línea encarnando a sus propios padres.
“Fuiste el amor de mi vida James y tu intentaste violarme”, repite el niño en voz de la madre, sin darse cuenta de lo que está repitiendo, y desata la ira de su padre, que fúrico le arrebata el teléfono para gritarle directamente a su exesposa corriendo al niño de la habitación en el acto.
Otis es un niño actor de Hollywood, hijo de James, un payaso de rodeo retirado, exalcohólico, delincuente sexual y exconvicto. Amargado porque la vida no resultó como el esperaba, decide guiar la carrera de su hijo de la que obtiene sustento, pero que a la vez desprecia. Sentimiento que se evidencia ya que cada vez que puede, molesta a su hijo burlándose de su virilidad, de su inocencia, y obligándolo a hacer ejercicio cada que este comete alguna falta.
Nunca se especifica en donde está su madre, pero se sugiere que no es buena persona ya que esta solo se remite a hablar por teléfono con él esporádicamente y a que su pareja en turno pasee a su hijo.
La historia de Otis se nos contara desde dos líneas de tiempo. La primera en la etapa adulta de Otis. Cuando en un intento de rehabilitación escribe sus memorias como parte de su tratamiento. Otis quiere encontrar el punto de inflexión en su carácter violento y su adicción al alcohol. La segunda es cuando rememora su vida como actor infantil y la vida a lado de su padre en un motel de paso.
Shia Labeouf escribe y protagoniza este intenso drama exorcizando sus propios fantasmas. Gran parte del guión retrata sus vivencias como niño actor y los abusos físicos y psicológicos de su padre, al cual, él mismo encarna. Difícil trabajo para un actor el encarnar a la imagen viva de su demonio. Por otro lado, el personaje de Otis es representado por Noah Jupe en su etapa infantil y por Lucas Edges en su etapa adulta, ambos realizando una labor histriónica de primer nivel.
Honey Boy al igual que lo hizo Bojack Horseman (2014- 2019) -la comparación no es exagerada y ni de a gratis- decide retratar los abusos físicos, psicológicos, y la decadencia de una persona sin caer en el patetismo, la autocondescendencia y el sentimentalismo simplón. No se revuelca en su dolor y esto resulta en un filme maduro e interesante que invita a la reflexión más que a la lástima.