Columnas
Se celebró el décimo aniversario de la creación del Instituto Nacional Electoralcomo sucedáneo del IFE. El 10 de febrero de 2014 el Diario Oficial de la Federación publicó la reforma constitucional que mandató su creación.
Para quienes tuvimos la suerte de formar parte de la generación fundadora de tan entrañable institución, en octubre de 1990, esta es ocasión propicia para reunirnos, contarnos historias y compartir proyectos. Lo es para expresar pública gratitud con una institución que a mi generación le dio vocación y oficio hace 34años, le enseñó la importancia del servicio público como emprendimiento honorable y nos inspiró a recrear nuestra democracia desde la boleta, la urna y la casilla. Lo es también para reflexionar sobre lo que nos falta avanzar y los retos que el autónomo enfrenta en estos tiempos recios.
Entre 1990 y este 2024, en el salón de sesiones de Viaducto Tlalpan y Periférico hemos visto los más trascendentes debates y decisiones para la viabilidad misma de nuestra democracia, como lo es el INE mismo. Hemos presenciado momentos luminosos de avance democrático, sucedidos a veces por borrascas insondables de retrotracción política.
Del mismo modo, hemos visto desfilar por sus mandos, ramas y cuerpos, por lo general, a personas servidoras públicas de probidad e integridad acreditada, expertos y expertas incansables. El balance, creo, es positivo.
Aunque naturalmente debemos hacernos cargo de los claroscuros de su devenir histórico, frecuentemente consustanciales al diseño legal, es una entidad que ha servido de modelo e inspiración a infinidad de naciones democráticas y eso no es una característica menor, sino que la pinta de cuerpo entero.
El homenaje que en estos días le rindamos es una obligación cívica pero también encarna un compromiso sobrecogedor frente a los enormes retos y oportunidades que se avizoran para el proceso electoral más grande de nuestra historia, por el tamaño del electorado (100 millones), por el número de puestos en contienda (20 mil) y por el número de casillas (170 mil).
Hoy hay en el INE fortalezas suficientes para salir adelante y hay debilidades que nos deben poner en esa alerta amarilla que obliga a la reflexión, pero también a la acción preventiva o correctiva.
En este aniversario, el INE es para todas y todos una institución sólida, acreditada en el mundo entero y en México. Sin ella, nuestro régimen político moderno es impensable, intransitable, imposible. Hoy el INE tiene más proyecto, idea y convicción democráticas y reconocimiento social que nunca. En esta celebración, cuenta con más futuro que historia, más horizonte que dificultades, más confianza que dudas, más dignidad que adversidad y más logros institucionales que deudas sociales. Su luz en la constelación institucional es inmarcesible y su impronta en la historia y futuro de la democracia mexicana, impertérrita. ¡Feliz décimo cumpleaños!
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