Un estudio reciente revela que la Ciudad de México se hunde a un ritmo alarmante de 30 centímetros por año, lo que equivale a medio metro en los últimos dos años. Esta situación, que se ha prolongado por más de un siglo, es irreversible y ha generado un impacto significativo en la metrópoli.
La Ciudad de México se asienta sobre lo que antiguamente era el lago de Texcoco. Los aztecas construyeron diques para controlar el agua, pero estos fueron destruidos por los españoles durante la conquista. A partir de ese momento, la ciudad comenzó a hundirse gradualmente.
El 70% del agua potable de la Ciudad de México proviene de acuíferos subterráneos. La extracción de agua a gran escala ha provocado que el suelo se compacte y se hunda.
Las medidas tomadas hasta ahora, como la prohibición de perforar pozos, no han logrado frenar el hundimiento. De hecho, los investigadores advierten que la ciudad podría hundirse hasta 30 metros más en el futuro.
El centro histórico de la Ciudad de México es la zona más afectada por el hundimiento, con construcciones milenarias que presentan grietas y desniveles. La zona noroeste, menos urbanizada, es la menos afectada.