Septiembre marca grandes cambios para el Reino Unido: falleció Isabel II después de un reinado de 70 años y ascendió Liz Truss como nueva primera ministra. De hecho, el último acto público de la reina fue instalar formalmente a su tercera mujer jefa de gobierno, quien no ha dejado de compararse con su celebre antecesora, Margaret Thatcher. Pretende ser una nueva “Dama de Hierro", figura ya casi mitológica para los conservadores, sobre todo porque no tiene otro mensaje para el pueblo británico. La situación en el Reino Unido es muy delicada. Enfrenta una grave crisis energética, una inflación desbocada, un alto grado de conflictividad laboral no visto en 50 años y el deterioro de casi todos los índices macroeconómicos. Pero Truss se niega a ver la dura realidad y en el estilo de su pintoresco antecesor, Boris Johnson, descarta los malos augurios tildándolos de “decadentistas”.
Truss ofrece soluciones de los años ochenta para los problemas del siglo XXI. La vieja receta de procurar el crecimiento económico a base de aligerar la carga fiscal y las regulaciones. Quizá solo fueron promesas para ganar al electorado del Partido Conservador. En contra de sus instintos, su gobierno se ha visto obligado a intervenir para hacer frente a la crisis inflacionaria. Gastará decenas de miles de millones de libras en las próximas semanas para subsidiar las facturas de energía. Sin embargo, en el tema donde sigue intransigente es la gestión del Brexit, cuyo fracaso es cada día más evidente.
La nueva primera ministra se opuso al Brexit en 2016, pero cambió de opinión cuando la salida de Europa ganó el referéndum. Desde entonces profesa la fe del converso. Explotó un mezquino discurso nacionalista para lograr suceder a Johnson. Pero el Reino Unido sufre las graves consecuencias de su ruptura populista-nacionalista con Europa. La libra se ha derrumbado. Las empresas británicas han perdido competitividad. En Escocia crece el anhelo independentista y si Truss cumple con su amenaza de modificar unilateralmente el protocolo de Irlanda del Norte vendría una guerra comercial con la UE y se cancelaría la posibilidad de un acuerdo comercial con Estados Unidos. En una encuesta de YouGov publicada en agosto, solo el 39 por ciento describió al Brexit como una “buena idea”.
La pretendida nueva “Dama de Hierro” es rehén del Partido Conservador, el cual vive un estado de permanente confusión y rebeldía. Liz Truss inicia su gobierno en frágil posición. Venció a su rival, Rishi Sunak, por un escaso margen y deberá complacer a sus correligionarios más radicales para no verse aislada, esto cuando su índice de aprobación general apenas alcanza el 21 por ciento, los laboristas tienen ventaja en los sondeos hasta de 10 puntos y los ciudadanos exigen un adelanto electoral.