A unos días de que se había decretado la emergencia por el coronavirus, el restaurante inglés Sir Winston Churchill´s que estaba ubicado en la colonia Polanco de la Ciudad de México (CDMX), con antigüedad de 50 años, anunció su cierre. Parecía una decisión apresurada; el paso del tiempo, los estragos causados por la pandemia y la crisis económica, le darían la razón. Sitio lujoso, exclusivo y de excelente comida como ese, hoy la tendría cuesta arriba.
La pizzería Giancarlo, pequeña empresa de 30 años de vida, por su éxito jamás había realizado promociones. Obligada por las circunstancias, ahora ofrece pizzas a “dos por una”. Lo hace una vez por semana y lo hizo también el Día del Padre.
Penthouse de inmobiliaria Idea ya tiene más de dos años que no se vende en zona de clase media. Y el vendedor no ha descansado ni en la etapa de confinamiento. El polvo inunda el lugar y palomas empiezan a utilizarlo como su nido.
Aeroméxico y otras líneas aéreas están en reestructuración de deuda, porque ante la caída del pasaje, se descompensaron las finanzas. Necesaria la negociación con acreedores bancarios, fiscales y seguridad social.
El pasado 3 de julio, el periódico ContraRéplica daba cuenta, en su nota principal, el reporte de la Comisión Económica para América Latina (Cepal): “Covid-19 cerrará 500 mil empresas formales en México”. El sufrimiento para las micro, pequeñas y medianas empresas, sobre todo.
No es cifra menor, 500 mil empresas formales (turísticas, manufactureras, automotrices, construcción, servicios) pueden extinguirse en los próximos seis meses. Si cada una tuviera solo un empleado, medio millón de personas a la calle, pero seguro que el número sería superior.
El impacto económico de la pandemia no es sólo contra negocios formales.
Como informal, el vendedor de nieves llamado Sergio, 40 años de trabajar en mercados sobre ruedas en la CDMX, todavía no puede regresar a su actividad.
Lacerante realidad, oscurecida con estimaciones nada alentadoras del Banco de México e instituciones financieras internacionales. En este contexto, abandonar a empresas sería de alto riesgo para todos.
No se trata de reproducir fórmulas en perjuicio del erario y del pueblo, sino compartir responsabilidades con quienes se la han jugado y se la quieren seguir jugando por su patria, por las familias, por sobrevivir y contribuir al repunte de la economía.
Enhorabuena que haya diálogo en terrenos fiscales y bancarios, comprensión de acreedores para convenir ajustes.
Aeroméxico recurrió al capítulo 11 de la ley de bancarrota en Estados Unidos. En nuestro país está disponible un mecanismo parecido, se llama Ley de Concursos Mercantiles.
Fundamental llevar a cabo acciones coordinadas para evitar cierres, proteger empleos y estimular nuevas inversiones.