Raúl Avilez Allende.*
Las recientes adquisiciones del presidente Andrés Manuel López Obrador, que se suman al movimiento para la transformación de la vida pública de México, han dejado a muchos con la boca abierta. Sin embargo, parafraseando las máximas de la política mexicana, en política no existen las casualidades y no hay sorpresas, sino sorprendidos.
Esta invitación pactada a integrarse al gobierno del presidente López Obrador, hecha a los gobernadores salientes Quirino Ordaz Coppel y Antonio Echevarría García, de Sinaloa y Nayarit respectivamente, se fue construyendo poco a poco durante tres años.
El Presidente hizo la labor de manera personal, en cada reunión, en cada petición, en cada proyecto aprobado, con el apoyo federal brindado a esas entidades y en los casos solicitados de manera particular. Fue tejiendo fino, sintió la afinidad que existía con estos gobernadores y decidió ganar esos estados él mismo, meses antes de la elección.
Ya en confianza y con las encuestas en la mano, el acuerdo electoral se dio por la vía de los hechos, se incluyeron las prioridades de los gobernantes locales en los municipios y distritos solicitados. Ambas partes cumplieron y Morena arrasó en Sinaloa y Nayarit. Ahora el presidente Andrés Manuel culmina magistralmente esta operación sumando y presumiendo estos nuevos compañeros de lucha.
Primero le asestó un duro golpe al PRI con Quirino Ordaz y después, con Antonio Echevarría, a un panismo enfrascado en un proceso interno para la renovación de su dirigencia y con desatinos como haberse reunido con Santiago Abascal, dirigente del ultraderechista Vox, que les metió en un enredo del que todavía no salen y que fue bien aprovechado por Morena, para pasar de la defensiva a la ofensiva.
Se encendieron las alertas de la oposición, porque no fueron las únicas entidades en las que se caminó de manera coordinada para arrasar en el pasado proceso electoral. Esperan ver quién será el siguiente destapado y un grueso manto de desconfianza cubre y confronta a los que hasta hace unos días parecían muégano.
Pero como dije en un inicio, no era una sorpresa, no la vio venir quien no quiso hacerlo. Bastaba con revisar los listados de candidatos en esas entidades federativas, para saber que algo no cuadraba y cuando los resultados se dieron, toda duda fue disipada. De sorprendidos está llena la banca de la política. Espero que hayan aprendido que el presidente López Obrador no solo se hace notar todos los días en las mañaneras, también se hace sentir en las elecciones.
ENTRE GITANOS.
1) Quien más gana con estas nuevas adquisiciones de la 4T, es sin duda la presidenciable y jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum. Así de fácil se echa a la bolsa dos grandes aliados.
2) En la CDMX dio inicio la difusión del Tercer Informe. Con spots ligeros, frescos y bien producidos, la jefa de Gobierno se muestra cercana a la gente. La transformación avanza, es el slogan que tanto molestó a la oposición.
3) En el 2005, rumbo a la sucesión en el entonces Distrito Federal, un grupo de dirigentes perredistas como Armando Quintero, Jesús Ortega y Pablo Gómez fueron identificados como el TUCOM (Todos Unidos Contra Marcelo), que tenía como misión cerrarle el paso a Marcelo Ebrard rumbo a la jefatura de Gobierno, a quien acusaban de tener un pasado salinista. Fracasaron en su intento. Ahora los papeles se invierten y nace el TUCOC (Todos Unidos Contra Claudia), para tratar de equilibrar una balanza que está inclinada hacia la jefa de Gobierno. Los mensajes y las fotos son claras, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal hacen amarres. Pero igual que el TUCOM de hace 16 años, quedarán en el intento.
4) A pesar de que la dirigencia nacional de Morena ha dicho fuerte y claro que ya deben quedar atrás los sectarismos y purismos, hay algunos que se siguen sintiendo dueños del partido. Si no logran superar esa fijación y dejan de vivir en el pasado, los aislados ahora serán ellos.
*Especialista en Ciencia Política y Gobierno.
avilezraul@hotmail.com