La negación rechaza aquellos aspectos de la realidad que se consideran desagradables. Quién niega la realidad. El término negación psicótica se emplea cuando hay una total afectación de la capacidad para captar la realidad.
Así, la administración pasada en la Ciudad de México afirmaba vehementemente que no existen organizaciones criminales de gran tamaño en la Ciudad de México, argumentando que en la capital sólo se tiene presencia de bandas locales, de tamaño reducido y que no se encuentran interconectadas con las organizaciones de mayor tamaño.
Negaron la existencia de cárteles en la CDMX, esperando que los golpes de la realidad no llegaran antes del fin del sexenio, esperando que la magia existiera y se convirtiera en realidad.
La realidad nos explotó el viernes a las 6:38 de la mañana, cuando se atentó contra la vida del secretario de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, Omar García Harfuch. En el ataque murió la señora Gabriela Gómez, originaria de un pequeño pueblo del Estado de México, quien iba acompañada de su hermana a instalar su puesto ambulante.
Después de dos años de haber iniciado la gestión de la Dra. Claudia Sheinbaum, quien aceptó la presencia de estos grupos del crimen y los ha combatido, se orquesta el atentado contra el jefe de la policía que demuestra que el gobierno emanado de Morena está combatiendo a los criminales y sus intereses frontalmente, lo que provoca reacciones como la del viernes 26 de junio por la mañana.
La gestión de la jefa de Gobierno y el trabajo de García Harfuch llevó al crecimiento del número de detenciones de líderes de los tres principales grupos criminales en la ciudad: La Unión, Cártel de Jalisco Nueva Generación y Cártel de Tláhuac. Pero quizá para cuando se aceptó la realidad, ya los criminales tenían demasiada fuerza.
Los terribles hechos del viernes por la mañana son una muestra de la lucha contra la impunidad y la corrupción, la impunidad es el mayor aliciente para permitir que crezca el monstruo, algo que se debe evitar a toda costa.
Los asesinos no matan por diversión, la brutalidad y el dolor infringido quieren crear el miedo suficiente a los representantes de los gobiernos para que volteen los ojos a otro lado mientras ellos inundan las calles y los territorios de droga, de violencia y crimen.
No debemos negar la realidad. Están y seguirán tratando de intimidar a México, pero no debemos politizar la lucha por pacificar al país. Hay un gobierno democráticamente electo, es al que le corresponde tomar las decisiones y aplicar las medidas que se necesiten construir la paz. Así, todos, de todos los colores tenemos que plantear una tregua para acabar con el baño de sangre.