Por Armando Hernández
A muchas personas les resulta difícil trabajar en equipo. Consensar, coincidir y conducir actividades en forma conjunta con otros, aun cuando se tienen los mismos objetivos, parece ser una tarea más complicada a veces, que la misma actividad a realizar.
Hemos sido educados para la competencia y no para la colaboración. Es por eso que frecuentemente se prefiere el trabajo "vertical" entre los miembros de un equipo, que el trabajo "horizontal," como diseño organizacional para la distribución de tareas colectivas.
Por ello, a veces parece más fácil dar y recibir instrucciones, que compartir objetivos y trabajar en equipo, aunque evidentemente no se obtienen los mismos resultados.
Cuando existe la posibilidad de organizar el trabajo en equipo, muchos prefieren el modelo vertical. No sólo hablamos de personas que desean ser protagonistas personalísimos de cada acción y de cada logro y que buscan conseguir a toda costa que sus ideas, opiniones e intereses se impongan como parte de las decisiones colegiadas. También hay aquellos que, con tal de no hacerse responsables de los posibles resultados negativos de una decisión colectiva, prefieren "nadar de a muertito," permanecer en el anonimato, o simplemente "obedecer" órdenes o instrucciones, en vez de participar en los procesos que llevan a establecer las determinaciones colectivas y de interés para el equipo y todos sus integrantes.
Dicen los partidarios del trabajo vertical que el que pregunta no se equivoca. Pero el que no se equivoca, tampoco aprende de sus errores.
Es inevitable avanzar sin cometer errores. Pero es preferible que estos sean por decisiones tomadas y no por indecisiones. A fin de cuentas, el que elige un camino, siempre pierde la oportunidad de recorrer otro.
Es útil y conveniente, aprender a "jugar" en equipo. Si bien, el triunfo es compartido, también lo es el esfuerzo, y los resultados se potencializan, ya que incorporan los conocimientos, valores, habilidades y aptitudes de cada uno de los integrantes del equipo, como valor agregado al resultado final de cada tarea a desarrollar.
Por eso es importante la diversidad. No constituye un obstáculo. Más que "tolerar" o "aceptar" a los demás, podemos celebrar la diversidad de opiniones, y las diferencias entre los seres, como parte de la riqueza social.
A fin de cuentas, el éxito de un equipo no consiste en lograr el acuerdo de las mayorías, sino en alcanzar el consenso incluso con las minorías.
El líder horizontal es líder de líderes, no de "hormigas obreras". El miembro más destacado de un equipo es el que logra que todos los demás den lo mejor de sí. Y ese líder actúa más allá de las jerarquías formales de la organización.
Flor de Loto: El éxito de la Organización (conjunto de personas) es la organización (acción y efecto de organizarse).