La semana pasada les platicaba de la invisibilización de los niños en calles de la Ciudad de México, quienes están a la vista de todos en condiciones inadecuadas, y unos días después surge el caso del niño que disparó contra sus compañeros y profesores al interior de una escuela en Torreón.
La historia del pequeño de 11 años que pudo acceder no a una sino a dos armas, alertó a las autoridades, que pensaron, como siempre sucede en tapar el pozo luego del niño ahogado, a través de revivir la medida de revisar las mochilas a la hora de la entrada a las escuelas.
Mochila Segura fue una idea que se implementó por primera vez en la entonces Delegación Iztapalapa, cuando era administrada por René Arce Islas, entre los años 2000 y 2003. En aquel entonces la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, respingó porque la medida era violatoria de los derechos de los infantes y adolescentes, así que se propuso sumar a los padres de familia y observadores del organismo, para las revisiones.
Las revisiones derivaron de algunos casos registrados en esa demarcación: la muerte de una alumna de secundaria, de nombre Dalia, de 13 años, quien murió al recibir un balazo de un arma que llevó y accionó accidentalmente su compañero. Un par de años antes, también en pleno salón de clases y teniendo a su novia como testigo, un chico se quitó la vida con el arma de cargo de su padre, un policía judicial de la entonces Procuraduría capitalina. El alumno explicó que tomaba esa decisión porque había reprobado casi todas las materias, y eso disgustaría a su padre. El miedo a ser reprendido, lo llevó a quitarse la vida.
Ambos casos los cubrí como reportera, y ahora 16 años después se vuelve a la misma discusión. Mientras las comisiones de derechos humanos califican la medida de violatoria a la privacidad de los alumnos, la SEP ha instruido su aplicación. Carla Brugada, alcalde de Iztapalapa, se negó a ello, al igual que otras autoridades, como el gobernador de Quintana Roo.
Los que están a favor del operativo Mochila Segura dicen que se debe supervisar lo que los alumnos llevan de más a sus clases, pero hay quienes dicen que esa labor debe hacerse desde la misma casa. Entonces otros consideran, como aquel entonces que, para suavizar la medida, se sume a los padres de familia en las revisiones.
Sin embargo, como en aquel tiempo se habla de medidas paliativas, flor de un día que al paso de tiempo se abandonan y se retoman hasta un nuevo caso, pero que no generan la conciencia necesaria para que los padres estén al tanto de sus hijos, y de despistolizar sus casas.