Mi sobrino me preguntó por qué debíamos sufrir tantos apagones cuando en otros países la electricidad generada por el viento y los rayos del Sol era abundante. Responderle no fue fácil porque la posición geográfica de nuestro país hace que esos elementos estén en todo nuestro territorio.
– El viento y el Sol son fuentes inagotables para generar electricidad, pero para convertir el aire y la luz solar en energía se requiere de inversión financiera que no siempre tiene el gobierno –le dije, pensando que con eso se quedaría tranquilo.
– ¿Pero cómo es que el gobierno no tiene dinero si todos pagamos mucho por la electricidad? –Replicó mi sobrino.
– Sí, todos pagamos por la electricidad, pero el país es tan grande que se necesita mucho dinero para construir y darle mantenimiento a las hidroeléctricas, donde el agua de los ríos mueve enormes turbinas que generan la electricidad.
– Pero si tuviéramos plantas eólicas y solares no toda la electricidad vendría de las hidroeléctricas –volvió a increparme.
– Es que las plantas eólicas y solares también son caras, sobre todo porque debemos importar la tecnología que se requiere, porque en México no pudimos desarrollar la nuestra.
– ¿Y por qué no pudimos desarrollarla?
– Porque hace unos años hubo una empresa estatal, que se llamaba Comisión Federal de Electricidad, que poco a poco fue concentrando la generación y distribución de energía y llegó el momento en que no pudo invertir en nuevas plantas ni crear la tecnología que las fuentes alternativas requieren –le dije con la esperanza de que ya me dejara en paz.
– Pero yo escuché a unos muchachos que decían que hubo una Comisión Reguladora de Energía encargada de eso, de regularla, para que particulares pudieran producir electricidad y que no fuera el gobierno el único con la obligación de hacerlo.
– Sí, durante un tiempo esa Comisión vigilaba que tanto la Comisión Federal de Electricidad como los empresarios interesados en general electricidad trabajaran conjuntamente para que hubiera luz en todas las casas, las escuelas, las fábricas, en las ciudades, y para que las tarifas no fueran tan altas.
– ¿Y por qué son tan altas las tarifas?
– Las tarifas se sujetan a la ley de la oferta y la demanda: cuando hay poca oferta y mucha demanda los precios se disparan, como ahora sucede.
– Pero los muchachos decían que hubo una reforma energética para que los inversionistas y el gobierno invirtieran en investigación y desarrollo tecnológico y en la producción de electricidad, aunque sería el gobierno el único que podría distribuirla y comercializada
– Mejor vamos a la presa Manuel Bartlett a pescar y a pasar una buena tarde.
– ¿A la presa Manuel Bartlett?
– ¡Sí, a la presa Manuel Bartlett!
– ¿A cuál de todas?, porque todas las hidroeléctricas se llaman Manuel Bartlett desde hace muchos años –me volvió a reclamar mi sobrino. ¡Van a monopolizar la electricidad!