Para Abraham
Grandes gobernantes han existido a lo largo del tiempo, en semejante grupo también tenemos varias y muy importantes mujeres, cuyo legado transgrede por mucho a cierto discurso en donde tal pareciera que ellas no han cobrado relevancia. Elisabeth I de Inglaterra; María Estuardo, de Escocia; Catalina de Médici, y su hija, Margarita de Francia; Isabel de Castilla, etc. Todos esos nombres efectivamente nos conducen a lo más granado de la realeza, pero también a los respectivos procesos de construcción de las naciones-estado modernas, cuyo edificación, pasó por tales trastornos, que requerían de coraje, inteligencia y fuerza, cualidades que en los hechos, siempre las mujeres han manifestado con una ejemplaridad sorprendente.
Contrariando aquel discurso victimizador con el que sin dudas muchas mujeres a lo largo de la historia fueron injustamente condenadas, me permito recordar que no todas estuvieron en esa circunstancia, pues existieron brillantes tomadoras de decisiones trascendentes.
Catalina de Médicis, hija del duque Lorenzo II de Toscana. Casó en 1533 con el delfín Enrique, que se convertiría en rey de Francia. Muriendo el rey, su esposo, Margarita se convierte en regente de Francia y la madre de tres reyes de prematuras muertes: Francisco II; Carlos IX y Enrique III. Esta monarca manifiesta su ejemplaridad desde su ingreso en la corte francesa, al ser portadora de una dote riquísima con la que ni más ni menos enriquecerá a la capital francesa con el majestuoso Louvre, creado a imagen y semejanza de los ideales estéticos del renacimiento italiano.
El séquito de Su Real Majestad, llevó al inmortal Leonardo da Vinci, además de poseer una formación política que ya muchos hombres de estado contemporáneos quisieran al menos a la mitad, pues entre su vasta biblioteca llevaba a su compatriota Nicolás Maquiavelo, y que en Francia comenzaría a estudiarse extrañamente bajo el auspicio del filósofo Jean-Bodin y una generación conocida como les politiques, muchos de ellos asesores de estado, y a los que se vincularía con el proceso centralizador de un solo gobierno y una legalidad bajo el auspicio del poder soberano, como se estudia en Los seis libros de la república.
La regencia de Catalina, coincide con la construcción del estado Francés y los conflictos religiosos, que prontamente se hicieron políticos al enviciarse con las pretensiones de una nobleza terrateniente que no quería dejar su poder, en pos del estado central que la reina pretendía, y que al final lograría.
La reina Médici es un ejemplo de la determinación de una mujer en el poder, consciente de su misión y perfectamente independiente en sus determinaciones e inteligencia, donde el sentido del deber siempre predominó por sobre sus sentimientos. Una formidable gobernante que reinó, y ejerció un poder con plena conciencia y gloria.