Columnas
El debate del pasado martes en Estados Unidos, entre los candidatos presidenciales de la mayor potencia del mundo, el republicano Donald Trump, y la demócrata Kamala Harris, dejó abierta una posibilidad.
Es cierto que el candidato republicano tiene una ventaja, la de haber sido presidente del país,más una extensa serie de artilugios que le han ganado fama, pero también cuenta con una mala reputación entre amplios sectores, y para fines prácticos es además un delincuente confeso.
Por su parte, Kamala Harris era una desconocida hasta hace unos meses, pese a ser la vicepresidenta de Estados Unidos, un cargo que en la mayoría de los casos es más simbólico que otra cosa.
Pero la obstinación del presidente Joe Biden para presentarse a la reelección pese a su avanzada edad, le había quitado atractivo a la competencia, el republicano Trump avanzaba con pocos obstáculos hacia la reelección, parecía que solamente sería cuestión de esperar al 5 de noviembre para formalizar su regreso a la Casa Blanca.
La causa del desconocimiento de Kamala Harris estaba muy clara,pero al mismo tiempo parecía ser de las pocas personas que podían contrarrestar a Trump, tenía de entrada el primero de varios atributos, ser mujer, frente a un auténtico misógino probado y comprobado en múltiples ocasiones.
Harris ha tenido un repunte fulgurante, en unas cuántas semanas ha logrado llevar la elección a la indefinición, habrá quienes digan que incluso ya las encuestas la ponen arriba, mientras que otros más mesurados consideran que está en virtual empate técnico, ambas cosas son loables en tan poco tiempo.
El debate del martes dejó al descubierto a lo que parece una política diferente, al margen de su género, que es lo que menos debería importar en estos momentos; la frescura de Harris, la forma en la que enfrentó a un auténtico "lobo de mar", experto en destruir prestigios y adversarios en los debates, dejó a muchos de los electores estadounidenses con un buen sabor de boca.
Las encuestas serias son muy claras, hasta el momento no hay nada para nadie, por supuesto que también existe ya una clara guerra de encuestas; la noche misma del debate ambos adversarios presumieron su aparente triunfo, nada nuevo, sucede en todos los países del mundo, o en casi todos.
Es un hecho que a estas alturas, a poco más de un mes para la elección, no hay nada escrito, pero es diferente a lo que sucedía hace unos meses, cuando parecía una elección decidida.
No hay nada para nadie, pero hoy más que nunca existe una amplia posibilidad de que por primera vez en la historia una mujer sea presidenta de la mayor potencia del mundo.
De concretarse, también sería la primera vez en la historia en la que coincidan dos mujeres en la presidencia de dos de los tres países que conforman norteamérica: México y Estados Unidos. Todo un hito, veremos si finalmente en noviembre próximo los electores deciden darle a Harris la mayor responsabilidad y honor de su vida.