¿Cómo se puede crecer como sociedad, si la misma está polarizada? No podemos llevar las diferencias políticas e ideológicas al terreno de la confrontación violenta, ya sea física, verbal o de cualquier otro tipo. Ya se ha ido superando la discriminación por el color de la piel de cada persona, pero ahora se ha trasladado dicho odio a los colores de los partidos políticos, lo que recuerda mucho al racismo ¿no?
Si los líderes o jefes políticos creen que incentivar el resentimiento en contra de las personas que no piensen según sus ideales es lo correcto, es momento de recordar que la soberanía emana inicialmente del pueblo y que es el pueblo el que decidió ceder parte de la misma para que existan elecciones libres y democráticas en las que se elijan a las personas que van a representarnos y van ostentar el poder de gobernarnos.
Así, cuando las personas elegidas en cargos públicos generen un caos social, el pueblo no puede, ni debe permitir este tipo de acciones que todas y todos sabemos que son moralmente incorrectas y que debemos evitarlas a toda costa para que la sociedad pueda desarrollarse en paz y armonía.
Tenemos que recobrar la confianza entre nosotras y nosotros, debemos que fomentar la educación cívica, la cultura basada en los valores y el actuar de buena fe.¡Basta de malas prácticas entre azules, guindas, rojos, verdes o cualquier otro color partidista!
También sabemos que no todo es político, culturalmente existe una invitación a la violencia en las canciones (reggaetón, hip hop, rap o corridos), en las que sus cantantes se excusan en la libertad artística, para fomentar consciente o inconscientemente el odio o la violencia verbal, física y de género.
Las y los menores de edad que están creciendo con ese tipo de cultura, están sufriendo de bulling, el cual está tomando mucha fuerza, pues ya no son solo insultos denigrantes o golpes, están muriendo menores aún y cuando existen leyes que lo prohíben.
Las y los políticos tienen que crear las condiciones necesarias para que las y los menores edad puedan recobrar la confianza de salir solos a cualquier lugar que deseen y que no les pase nada, que se vuelva real el ideal legislativo de la protección a este sector de la sociedad, que lamentablemente se ha convertido en uno de los grupos vulnerables que más sufren agravios a sus derechos humanos.
Inclusive, se tiene que extender esta invitación hacia una cultura de la paz, a las y los delincuentes, puesto que hubo un tiempo en que existió un código de honor inclusive entre los grupos criminales, en los que se respetaba la máxima de: “Ni mujeres, ni niños(as)”; pues hacer lo contrario debe ser considerado como un acto cobarde.
¡Recuperemos la grandeza del pueblo mexicano!