La inclinación de América Latina hacia los modelos autoritarios de gobierno, sigue siendo apabullante.
La corporación latinobarómetro realizó una encuesta en varios países de la región , para sondear la opinión de sus habitantes sobre si el gobierno debe controlar a los medios “en caso de dificultades”; así de abierto, pero por eso los resultados son así de reveladores.
En México, 40% de los encuestados están de acuerdo en que el poder político ejerza ese control sobre los medios de comunicación. Podríamos aquí elaborar sobre el estilo personal del presidente López Obrador y su complicada relación con la prensa, pasando por su índice de aprobación y otros elementos, no exentos de interés. Pero resulta que esta enorme predisposición a callar a la prensa para que no dé problemas, no es un tema mexicano. Según la propia encuesta, Perú, Brasil y Uruguay también están en ese margen, superior al 37%. Destaca que, por ejemplo, Perú tiene una enorme tradición de que sus habitantes se informen por la prensa escrita, y Uruguay es de los países con mayor IDH en la región, además de recibir buenas calificaciones en todo lo que mide calidad de la democracia, y cosas similares. Del incombustible Bolsonaro mejor ni hablamos. El Salvador está aún peor, pues 66% de los salvadoreños está de acuerdo en que el señor Bukele (el dictador más cool del mundo mundial, en sus propias palabras) mantenga a la prensa alineada, con Guatemala y República Dominicana, dos países que sufrieron dictaduras militares sangrientas en el siglo XX, siguiéndolo de cerca. Es cierto que en otros países, como Costa Rica, Chile y, explicablemente, Venezuela, menos del 20% están de acuerdo en esta supresión de la libertad de prensa. Cuba no se incluye en la encuesta, quizás porque ahí es obvio lo que pasa, que es una cosa u otra según a quién se le pregunte.
Lo interesante es que, si le le pregunta a un liberal universitario de clase media que adivine los resultados sin darle más contexto, quizás asumiera que el resultado debería ser en pro de la libertad de expresión para todos los países encuestados, y le constaría trabajo creer que entre 3 y 6 de cada 10 personas consideran una buena idea contestar positivamente a la aberrante pregunta. Eso nos recuerda, una vez más, que el discurso hegemónico de las universidades, los libros y los medios, no es sino una de las visiones de realidad y de país que coexiste con otras. Además, que muchas de esas visiones alternativas no tienen ni consciencia histórica, ni convicción de defender los valores democráticos, ni las libertades, ni nada. Tienen otros valores, que habrá que explorar por un antropólogo además de un encuestador.
Sabemos que el mundo está pasando por un periodo de desconfianza en las instituciones en general, en los gobiernos, y en los medios de comunicación. Sabemos también que este momento “populista” tiene sus causas, en parte, en la falta de resultados de las democracias liberales o, al menos, en el incumplimiento de promesas de progreso que fueron, en algún momento, ambiciosas certezas en el futuro. Aún así, este desliz autoritario de millones de personas, puesto en blanco y negro, no es nada tranquilizador.