En la conferencia magistral de Dieter Nohlen en la Cumbre Global de la Democracia, organizada por el INE, habló también de los retrocesos en la materia.
Primero los conceptualizó al decir que entiende por ellos procesos que se contraponen a las normas de ambos niveles y así a la extensión de la integridad electoral en América Latina, eliminando los progresos que se forjaron camino en el pasado.
Luego explicó el ejemplo de Venezuela, que dijo era era un faro y refugio de la democracia en América Latina, cuando el subcontinente vivía los obscuros años setenta y ochenta. Que Nicaragua, con apoyo de las Naciones Unidas, organizó unas elecciones libres en el año noventa, de las que salió como reconocida vencedora la oposición al régimen sandinista.
Afirmó que el mayor y más dramático retroceso consiste entonces en el retorno al autoritarismo en la región. “En algunos países se quebró la democracia y el Estado de derecho, la separación de poderes y por consiguiente se perdió la autonomía de las instituciones electorales. Se perdió la integridad electoral.”
Se dolió que la corrida autoritaria de un gobierno emanado de unas elecciones libres y honestas empieza a materializarse a menudo por una intervención del ejecutivo en la integridad electoral, por un manejo inconstitucional o ilegal de un elemento o una de las etapas del proceso electoral, cuando la gente aún no esté consciente del peligro que corre la democracia.
Denunció que el desmantelamiento de la democracia es un proceso desde adentro y que puede ser lento.
Y cerró con los desafíos, que se refieren en su mayor parte a factores sociales y socioculturales y atañen sobre todo al comportamiento de los actores en su relación con las normas y las instituciones electorales. Dice que pueden impedir el avance, determinar el retroceso y que aunque varían según lugar y tiempo, algunos factores se pueden generalizar para toda la región.
El primer factor es la desconfianza, informó. “En general, la desconfianza aparece como un fenómeno de resultado, de observaciones y experiencias vividas. Estas experiencias, sin embargo, inducen a los individuos y colectivos a pensar que el cumplir con el derecho y la ley resulte poco beneficioso y que, al final, solo los “tontos” terminen respetando estándares éticos.”
“Así, la desconfianza en el ámbito de las elecciones genera suponer que el otro hace fraude, e incentiva y legitima así individual y colectivamente un comportamiento igualmente deshonesto, para compensar. Así se entiende, por qué los partidos luchan tanto por poner a su gente en los órganos electorales, y por qué presionan tanto a los consejeros electorales para que entren en su juego por el poder.”
Sobre el segundo factor (la corrupción) le cuento el jueves próximo.
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