Estamos en junio, mes del Orgullo LGBT y es momento de recordar, una vez más por qué es un evento importante. Este es un mes de celebración, pero también de reflexión. No podremos avanzar como sociedad hasta ser realmente incluyentes, y para logarlo, necesitamos hacer ajustes a nuestro sistema legal.
Continúa pendiente en el Senado el dictamen que prohíbe los ECOSIG. ¿Qué son los ECOSIG? Los ECOSIG son los “Esfuerzos Para Corregir la Orientación Sexual e Identidad de Género”. Los ECOSIG son una tortura, que demuestran falta de humanidad, de ética, son muestras de gnorancia e intolerancia, que disfrazan la homofobia, transfobia y el miedo a la diversidad con supuestos tratamientos psiquiátricos, psicológicos o de consejería espiritual, con la intención de modificar algo tan íntimo y único como es la orientación sexual o identidad de género de una persona.
Es urgente prohibir estas “pseudo” terapias y prácticas que sumergen principalmente a personas vulnerables, como son niños, niñas y adolescentes, en la vergüenza, en la humillación, llevándolos incluso al suicidio. No solo es violencia psicológica y emocional, los ECOSIG usan agresiones físicas, medicación forzada, exorcismos, electroshocks, privación de la libertad, violaciones correctivas.
La ONU, en su Informe “Prácticas de las llamadas terapias de conversión” señala que el 98% de quienes fueron sometidos a estas prácticas sufrieron daños irreparables y que no existe evidencia científica que demuestre su eficacia.
Prohibir los ECOSIG importa, porque es una deuda histórica reparar los daños causados a la comunidad LGBTIQ. Porque es una responsabilidad del Estado proteger y garantizar los derechos humanos de todas las personas, incluido el derecho al libre desarrollo de la personalidad. Porque nuestras leyes reflejan el tipo de sociedad que somos, las conductas que valoramos y las no pueden ser toleradas. Porque es necesario tener un país con seres humanos libres, íntegros y plenos; sin miedo y resentimiento a una sociedad que no les permite ser. Y porque es imprescindible para construir una sociedad de derechos y de libertades desde el respeto a la diversidad.
Si como sociedad, no nos damos a la tarea de trabajar en conjunto, de ser equitativos, de ser incluyentes de fondo y no solo de forma, no podremos avanzar. Lo anterior sobrepasa la tolerancia, es una forma de vida proactiva, respetuosa, que va más allá de pintar líneas.
Enseñemos a las futuras generaciones el verdadero significado de los derechos humanos y el respeto a estos. Así como el estar seguros y orgullosos de ser quienes somos, y de que valemos lo mismo sin importar nuestras preferencias u orientación sexual.
Seguiré repitiendo que NO hay nada que curar. La diversidad nos enriquece como sociedad. Una persona con una orientación distinta a la heterosexual o con identidad, o expresión de género distinta a la CIS, no está enferma.