Columnas
Los poderes fácticos son grupos constituidos legalmente que realizan actividades ilícitas por lo regular, cuando se trata de desestabilizar gobiernos o presionar para obtener beneficios de grupo o particulares. El Poder Judicial está dentro de la estructura del Estado que se constituye legalmente y que actúa injustamente.
Los pronósticos de reelección, Maximato, dictadura, represión, devaluación, falta de inversión nacional y extranjera, se diluyen y las acusaciones de dictador, autoritario, comunista, se desvanecen más rápido de lo que pensaban los conservadores.
Lo cimientos en los que estaba asentado el viejo régimen se desmoronaron. La población ha cobrado conciencia de la falsedad que le impusieron, de tal suerte que los mexicanos no saben en este momento, dónde empieza la verdad en una larga historia de mentiras.
La versión pasada de la realidad presente fue creada por los poderes fácticos que saben que sus antecedentes están deteriorados en su credibilidad y a pesar de ello se aferran a impedir su transformación.
Los poderes fácticos se asocian con los tres poderes, dos de ellos de corta vida el ejecutivo que junto con los senadores sólo tiene vigencia seis años y los diputados y alcaldes con tres años de vida en e l poder. Hay otro, con mayor estabilidad, raíces profundas en la sociedad mexicana de altos vuelos que cambia cada 15 años: el Poder Judicial. Ese es el que interesa a los poderes fácticos tener de su lado.
La amistad tomó matices de sociedad y ésta, con el paso del tiempo, se hizo cada vez más sólida hasta convertirse en complicidad. Por eso su relación tiene como base principal la inmovilidad de todo lo que pueda convertirse en ley o sus respectivas y urgentes reformas. Cero transformaciones, por el bien de todos, los implicados en ese conservadurismo que llega al extremo de la práctica cotidiana.
El conservadurismo tiene en el Poder Judicial su asentamiento más arraigado y sólido. Los poderes fácticos, incluyendo a los mediáticos, voceros incondicionales y permanentes de la derecha mexicana también perdieron, no las elecciones, la credibilidad. A pesar de su insistente propaganda contra quienes ganaron, nadie les hizo caso y votaron por lo que ellos habían anunciado como antesala del apocalipsis.
La derrota de la derecha no puede ocurrir sin la reforma al Poder Judicial. Sus raíces en todos los poderes, dentro y fuera de la legalidad, lo convirtieron en el bastión más sólido del conservadurismo y la corrupción.
Falló el golpe de Estado blando, que algunos menosprecian y hacer ver como delirio, era su última carta para conservar privilegios, no para ganar elecciones. Sabían que perderían terreno pero no tanto. Nunca imaginaron, incluso, la mayoría calificada en el Congreso. La diferencia en votos apabulló y el debate sobre la reforma al Poder Judicial, los mantuvo ocupados, distraídos y dispersos.