Anteriormente las críticas al gobierno se basaban en los errores en el diseño, la inutilidad de esas obras, el desvío de fondos, el sobreprecio, etc. La precisión se centraba en el delito de los funcionarios públicos, prácticamente con evidencias de lo que se dice y de precisión en los datos.
La oposición creó la necesidad de criticar con fines electorales ante la falta de proyectos propios, ante esta situación las críticas no sólo le daban un sesgo electoral sino que aumentaban o inventaban su contenido, desacreditándose al no poder sustentar las crítica para corregir el rumbo sino siempre con una carga de desgaste electoral.
Al no defender ni la honestidad ni a la población ni a la obra pública eficiente, la oposición se enredó en su estrategia y se vio obligada a seguir ese mismo esquema, sin darse cuenta que estaba la mirada vigilante de la población sobre su tarea. Los mexicanos evalúan constantemente la actuación de los partidos, desde sus hechos hasta sus discursos, ya no es como antes que les creían a los medios convencionales todo lo que publicaban.
Las críticas a la estrategia de seguridad van en este mismo sentido, como si el problema fuera de sumas y restas. No entienden que hay una descomposición de la delincuencia con ese esquema, sólo ven el impacto mediático de sucesos que muestran esa crisis en las bandas de criminales. Sin embargo, con su obsesión de que anda sirve y todo tiempo pasado fue mejor, llegan a extremos hilarantes como el hecho de intentar regresar el Seguro Popular o al sistema de guarderías donde había buenos negocios y mal servicio.
Las críticas al gobierno con objetivos electorales terminaron por sofocar los errores de la Cuarta Transformación, de tal manera que todo se convirtió en una especie de campaña en busca del voto en las elecciones. Todo esto sucede en un escenario donde el gobierno trabaja, bien o mal, pero trabaja, ante una imposición de criterios que desvían la atención de la crítica para centrarla en la escena electoral.
En este momento la oposición recibe el resultado de colocar toda crítica al gobierno, --válida o no; cierta o falsa—su labor no fue política o administrativa. No actuó como parte del gobierno sino como si estuviera fuera de él. Como si el ejercicio político fuera un espectáculo y no como un proceso social.
La oposición se apartó del gobierno y lo mostró como un escenario donde el contrapeso era público y no parte de la escenificación, lo cual creó, involuntariamente, ciudadanos pasivos, que dejaron sin votos a la contraparte del gobierno, mientras éste convocaba a la sociedad a levantar la voz. El gobierno muestra sus obras y la oposición las desacredita como una manera de ocultar que no hace nada.