Columnas
En tres años la oposición tuvo todas las facilidades para reconstruirse y ser competitiva electoralmente y no lo logró.
Los medios convencionales nunca habían abierto sus espacios en la misma proporción a partidos de oposición, con lo cual se confirmó una hermandad generacional en la historiad e México entre medios y partidos políticos nacidos el siglo pasado. Caminaron juntos y juntos siguen.
Loa empresarios se convirtieron no sólo en cómplices de la disidencia sino en sus socios y Mecenas. Los expresidentes panistas mantuvieron una actividad mediática sin precedente y como parte del bloque opositor, con actividades más intensas que cuando estaba en su campaña de proselitismo.
En tres años la oposición no fue capaz de desgastar al gobierno federal, menos aún de tener un líder que los enlace y conduzca. Ahora creó una agencia de colocaciones en busca de un candidato a la Presidencia de la República, como si en dos años y medio pudieran tener listo un líder con arraigo social y conocimiento político. Su propuesta anuncia un personaje improvisado, y por lo tanto débil.
Nunca antes una oposición se había visto favorecida con tanto apoyo fáctico desde los inicios de la Revolución; sin embargo, es visible el problema inédito que la oposición no quiere advertir: desgastó a sus aliados y fortaleció al contrincante. A los medios que la apoyaron los dejó sin credibilidad; a los empresarios con los que se asoció, los colocó bajo la lupa de la autoridad fiscal; a los “intelectuales” los colocó en el escrutinio de la sociedad; al INE lo desacreditaron; y a los Mecenas los dejó sin dinero para invertir en política.
Esta oposición ha hecho más daño más daño a sus aliados que a sus contrincantes a quienes fortalece en cada ataque. Para los próximos tres años la oposición no anuncia ningún cambio, ni siquiera de líderes partidistas. Los que tiene ahora le hacen muy poco favor y sólo tratan de impedir que la primera obra del sexenio sea inaugurada porque con eso la derrota electoral tan temida podría llegar.
Hacer política no consiste en impedir las obras proyectadas por el contrincante sino crear otras de la misma dimensión social, no hace falta estar en el poder para crearlas aunque no sean de infraestructura. El ejercicio político radica en cuestionar sistemáticamente todo lo que exprese el gobierno sino acompañarlo con la crítica en sus proyectos, incluso en sus decisiones. Es decir, la oposición nunca quiso cogobernar sino ver las acciones del gobierno desde la pasividad de la contemplación.
México necesita una oposición que lo sea realmente, por el bien del propio poder. La cercanía a la dictadura que la oposición achaca al gobierno la propician ellos, con la manera de adoptar la tarea opositora que no ha funcionado y sigue sin autocrítica.