Por Iveth Serna
Que quede claro, Sanjuana Martínez no es periodista, al menos por ahora; desde el momento que un profesional, cualquiera que sea, se suma a las filas laborares de una institución de gobierno es, ante todo, un funcionario público y, como tal, ninguna acción u opinión puede hacerla a título personal o profesional, todo lo que haga o diga, lo hace desde su embestidura gubernamental.
Por lo tanto, el presidente Andrés Manuel López Obrador, debe tener claro que los pronunciamientos sobre la actuación de Martínez en el conflicto laboral de Notimex, no son contra la periodista, sino contra una servidora pública que, en el ejercicio de poder y administración de recursos públicos, está obligada a rendir cuentas y, en caso de confirmarse la violación contra los derechos humanos o laborales de los trabajadores, enfrentar lo que la autoridad determine.
Los argumentos de defensa del Ejecutivo Federal no están a la altura de la situación, las filias y fobias que el presidente y la directora puedan tener las pueden administrar como mejor les parezca, pero frente a una funcionaria se requerían otros argumentos para su defensa; sólidos, institucionales. No se trataba de defender a la periodista, a la amiga, a la militante o a la aliada, sino a una servidora pública.
Lo que se espera de Sanjuana Martínez mientras sea directora de Notimex no es que sea “una periodista consecuente”, como la llamó el presidente, sino una “funcionaria consecuente” que, como conocedora de la labor periodística, asuma la responsabilidad de la forma en la que decidió llevar a cabo su gestión al frente de Notimex y, si está convencida de ella, entonces sea consecuente, transparente y honesta al explicarla a la opinión pública.
Sin embargo, los mensajes sobre su proceder han sido ambiguos, a la defensiva, de ataque, dice mucho pero no aclara nada, además, sus constantes ausencias a las reuniones de trabajo convocadas desde gobernación para encontrar solución a la huelga, dicen más de lo que ella imagina sobre su posición frente a los trabajadores.
Una de dos, o el presidente tiene claro que Notimex debe desaparecer y utiliza a Sanjuana para llevar a cabo esta labor o el presidente está tan comprometido con Sanjuana por haber sido un instrumento para enfrentarse a los “grupos de intereses creados” que está impedido para separarla de su cargo.
Cualquiera que sea el caso, la transición al servicio público de una “periodista consecuente” podría haber sido muy valiosa para la agencia, pero no lo ha sido; personaje de sí misma se escuda en dos o tres conceptos desvirtuados. La realidad es que resulta bastante costosa la presencia y permanencia de Sanjuana en Notimex; para la agencia, para los trabajadores, para el presidente y, sobre todo, para ella misma ¿resistirá? ¿resistiremos?