En el pasado, en la época de nuestros abuelos y aún más atrás, las trabajadoras domésticas eran consideradas como parte de la familia, —que en aquellos tiempos la mayoría eran numerosas— y, por ende, eran muy apreciadas y valoradas.
Por aquellos ayeres, trabajaban de planta, es decir, convivían todos los días con las familias a las que servían teniendo solamente el domingo como día de descanso. Cuando llegó la televisión, se les permitía verla en la sala de la casa, sentadas en una silla o banco aparte.
En el cine mexicano hay por lo menos un par de películas que hacen referencia a la solidaridad que las trabajadoras domésticas eran capaces de tener con sus patrones; trabajando sin cobrar o incluso, cooperando con el gasto familiar en tiempos de grandes limitaciones.
El tiempo transcurrió y más recientemente, el trabajo doméstico se volvió “de entrada por salida”, lo que les brindó la posibilidad a este tipo de empleadas, tener varias casas que atender, de acuerdo a los días de la semana. Aún en esta variación, la confianza es un elemento fundamental para que el empleador permita el acceso de una persona externa a su domicilio.
Después, cuando nadie se lo esperaba, vino la pandemia mundial del Covid-19 y al igual que en otro tipo de actividades, el trabajo doméstico pasó a un plano secundario. En muchas casas se vieron en la necesidad de despedir a su personal doméstico o mandarlas a descansar sin percibir pago.
La carestía llegó también a ese importante sector de la población que vive al día y tiene que salir a buscar el sustento. Entonces, surgieron varias propuestas, todas, tendientes a seguir apoyando, en la medida de lo posible a las trabajadoras domésticas.
El caso, es que a veces es verdaderamente imposible porque México vive, -al igual que otros países del mundo-, sumido en una crisis económica de dimensiones insospechadas y si se trata de dividir el dinero, los pagos, la comida y otras necesidades, rebasan con mucho la economía familiar que generalmente es muy precaria.
Desde el Senado de la República, Marcelina Bautista, fundadora del Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras del Hogar (SINACTRAHO), hizo un llamado a atender la situación de desigualdad que viven las trabajadoras del hogar ante el coronavirus, al tiempo que solicitó a las y los empleadores continuar con el pago del salario a quienes laboran en sus hogares y que no se les despida.
Bautista enfatizó que las trabajadoras del hogar, como producto de la pandemia, están viviendo condiciones desiguales respecto a la mayoría de la población trabajadora, por ello, la dirigente sindical pidió tanto al gobierno federal como los locales, crear un programa de seguro de desempleo para trabajadoras del hogar.