Con tal de lograr la mayoría en la Cámara de Diputados, PAN, PRI y PRD no han dudado en integrar su tríada electoral. Es el objetivo, no hay otro. Sin importar si alguna vez tuvieron una identificación que parecía distanciarlas como fuerzas de centro, izquierda o derecha. Ahora van en el mismo barco y con el mismo destino, con candidaturas comunes en una coalición parcial que busca modificar la representación legislativa.
Los tres con amplia experiencia electoral y de gobierno, con triunfos y derrotas. El PRI con siete décadas en el poder presidencial, el PAN con dos sexenios y el PRD solo con algunas gubernaturas y la jefatura de gobierno de la Ciudad de México. Han sabido ganar, pero también han hecho lo necesario para perder lo ganado. Su imagen no es la mejor en este momento, obedece a excesos a la hora de administrar. Por eso, el electorado les ha dado la espalda, por hartazgo, por promesas incumplidas.
Por separado, ninguno de los tres tendría la fuerza suficiente para convertirse en mayoría en la Cámara de Diputados. Lo saben. Dilapidaron confianza y credibilidad. Consecuencia de pleitos internos y fallidos gobernantes. Sobreviven con el llamado voto duro, la militancia que trae tatuada la camiseta. Emigraron simpatizantes e indecisos, cada vez más decepcionados del oportunismo político.
A pesar de la tríada electoral, no la tienen fácil, y mal harían en echar campanas a vuelo. Peor si deciden postular a las mismas caras, a personajes que ya tuvieron su oportunidad y la desperdiciaron. Tienen cuadros dispuestos a tragarse los sapos que sean, con tal de obtener el fuero o seguir dentro del presupuesto.
Si esta tríada cree que nominar a los de siempre la va a llevar a conseguir la mayoría en la Cámara de Diputados, lo más probable es que se equivoque. Tendrían que seleccionar o postular nuevas figuras, gente que atraiga votos, con credibilidad y autoridad moral. Sería fundamental para su propósito.
Perfiles que puedan participar en campañas de propaganda, en los miles de spots, para que sean vistos como opción por el electorado, una alternativa distinta, sangre nueva por encima de los desgastados nombres de los partidos.
No es la única tríada. La otra está formada por Morena, el Partido del Trabajo y el Verde Ecologista. Su misión es conservar la mayoría en la Cámara de Diputados. Tampoco su sola integración es suficiente para alcanzar el objetivo. Por separado, en lo individual, imposible. Morena le debe su ascenso en el 2018 a la imagen, trayectoria y popularidad de Andrés Manuel López Obrador. El PT y el PVEM han conservado su registro gracias a su habilidad para coaligarse. Sus votos, aun cuando sean escasos a nivel nacional, pueden marcar diferencia en el resultado final.
Para sus fines, Morena también contaría con Encuentro Solidario, Fuerza Social por México y Redes Sociales Progresistas, aunque no coaligados, porque son de reciente creación y la ley se los prohíbe.
De cualquier manera, por lo visto en las pasadas elecciones federales, para el partido de la 4T y sus aliados, es fundamental la proyección del presidente López Obrador. Si consiguen que los vuelva a jalar como en el 2018, Morena conservaría la mayoría en la Cámara de Diputados.