Columnas
La gente se pregunta si en los próximos días habrá un senador estadounidense que, al mero estilo malinchista de Lilly Téllez, levante la voz pidiendo la intervención de la Guardia Nacional, con la estrategia de Omar García Harfuch, para combatir el terrorismo en su territorio.
Shamsud-Din Jabbar, ciudadano estadounidense, lanzó su camioneta contra la multitud que celebraba la llegada del año, en el barrio francés de Nueva Orleáns, matando a 10 personas, fue abatido por la policía, cuyo superintendente, Anne Kirkpatrick, señaló que el sujeto trató de embestir al mayor número de personas. No satisfecho, les disparó, causando, además, 35 heridos.
La Asociación Nacional del Rifle, que encabeza Carles L. Cotton, amigo de Donald Trump, quien dedicó, en meses pasados, un entusiasta discurso de más de 60 minutos en el aniversario del club, no se responsabiliza de la matanza, a pesar de que, desde hace años, aumentan las presiones sociales para imponer mayor rigidez en la compra de armas de fuego intentan desactivar su venta indiscriminada.
Por otra parte, a estas 11 muertes debe sumarse una más en Las Vegas, donde un Tesla estalló, muriendo el conductor, todo hace suponer un acto premeditado, la otra alternativa sería una falla del coche. Los videos muestran un estallido, no se observa problema mecánica ni señal de que existiera, esos vehículos tienen control para los problemas a través de computadora, por lo que nunca se advirtió peligro alguno hasta el estallido.
El incidente ocurrió en la puerta del hotel propiedad de Donald Trump en Las Vegas, a 20 días de que tome posesión de la presidencia de Estados Unidos, y a más de seis meses de un atentado contra el magnate en Pennsylvania.
Por si esto fuera producto de casos aislados, en Norfolk, Virginia, fueron encontradas 150 bombas de manufactura casera, lo que significa “la mayor incautación según el número de dispositivos explosivos terminados en la historia del FBI”.
Estados unidos ha sembrado suficientes enemigos alrededor del mundo que los actos terroristas parecieran ser un hábito en su territorio. Como todo conservador nostálgico de los privilegios del pasado, el próximo vecino del norte considera que la mujer es un objeto, motivo por el cual una corte de apelaciones ratificó el fallo de un jurado en un caso civil que determinó que Trump abusó sexualmente de una columnista en el probador de una tienda departamental de lujo, a mediados de la década de 1990, por lo que deberá pagar una indemnización de 5 millones de dólares que el jurado de Manhattan, E. Jean Carroll, dictó por difamación y abuso sexual.
Todo un pandillero el próximo huésped de la Casa Blanca, bravucón y racista, como si se hubiera equivocado de siglo, de hecho, es el presidente de Estados Unidos más parecido a un terrorista.