Columnas
Si hay alguien que quiere olvidar a Xóchitl Gálvez es la oposición. La peor candidata que haya tenido la derecha en la historia de México. Nadie puede negar que la ex candidata tiene una obsesión por las mentiras, y decir que es la líder de la oposición, es, simplemente uno más de esos embustes.
La política no es la vocación de la excandidata, incluso tampoco la ingeniería, porque con el pretexto que era ingeniera en computación se autocalificaba para hablar sobre ingeniería petrolera. Es como si alguien fuera a consulta por cáncer con un podólogo. Son especialidades diferentes. Pero ella era ingeniera civil, matemáticas, petrolera, automotriz, y le creían algunos.
Hubo quien le creyó, Pero también quien se decepcionó sobre todo después de la conducta de la oposición y de la ex candidata después de la derrota del 2 de junio. Cada quien caminó por su lado y si algo posee la ex candidata es una notoria soledad.
La carencia total de conocimientos sobre ingeniería y sobre la política del país son evidente. Ya no digamos de la historia o las leyes. Alguien con ese perfil ni siquiera pude llamarse cara de una oposición seria que se sigue desenmascarando ante el pueblo. Es cara pero por lo oneroso que resultó su candidatura al pueblo de México. Mejor no hubiera competido, así, la oposición gozaría de buena salud en este momento.
A la oposición le hace mucha falta ponerse a estudiar. ¿Cuántos diputados y senadores de la llevan sin tocar un libro si siquiera para calzar una mesa?
Los integrantes de las marchas en favor de los salarios del INE, llamada El INE no se toca, en contra de López Obrador llamada en favor de la democracia, carecen ahora de motivación para asistir a la marcha que dice convocará la ex candidata. Lo que los sacó de su confort fue sacar a Morena del poder, no se pudo. Los marchistas de la derecha están cansados. La derecha desconoce los efectos de una derrota electoral entre quienes votaron por el lado perdedor.
Ahora que el INE no favorece a la derecha la presionan para que viole las leyes electorales, movimiento encabezado por Xóchitl Gálvez, quien quiere que el árbitro electoral interprete las leyes, en lugar de aplicarlas.
La marcha convocada por alguien sin poder de convocatoria, sin motivación concreta, sin ideología, sin objetivos inmediatos anuncia una escuálida caminata que terminará por diluirse no solo en las calles sino en el impacto que quieren imponer. Los conservadores no son asiduos asistentes a las calles, menos aún para protestar. La visión distorsionada de las protestas de la ex candidata muestra en cada momento su desconocimiento del pueblo, aunque sea de ese pueblo al que ella pertenece que es un segmento de la población privilegiado.