Según el INEGI, las entidades donde se concentra mayor porcentaje de adultos mayores son la Ciudad de México (16.5%), seguido de Veracruz (13.2%) y Morelos (13.0%). Sin embargo, el CONAPO prevé que para 2030, 41.3% de este sector habite en Estado de México, CDMX, Veracruz, Jalisco y Puebla. La curva poblacional en México lleva años invirtiéndose, es decir, nos estamos convirtiendo en un país de viejos, que además cada vez viven más, lo cuál sería bueno, si no fuera porque muchos, muchísimos, llegan a una edad avanzada sin recursos de ningún tipo ni nadie que cuide de ellos.
Relacionado con esto, en un documento de trabajo, Citibanamex advirtió que para que los recursos de una Afore sean suficientes en la vejez, hay que ahorrar desde los 17 años; huelga decir que ya ni la burla perdonan, porque aquí no ahorra nadie, a veces porque se vive al día, y a veces porque YOLO. Razones sobran.
Pero voy más allá. El diagnóstico de Banamex asume que de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), la esperanza de vida es de 79 años para las mujeres y de 74 para los hombres, por lo que si una persona se retira a los 65 años deberá vivir entre nueve y 14 años con los ingresos de su cuenta individual. Pero eso es hoy. Todo indica que la esperanza de vida seguirá subiendo. Así, los cálculos se quedan cojos. Cada vez más personas viven más años, por lo que los cálculos del sistema de seguridad social, por diseño, están cortos, y mientras más tiempo pasa, el hueco se hace más grande.
A esto hay que añadir que por una serie de factores bastante vergonzosos (la subcontratación que durante años ha sido estrategia de las corporaciones, para que los empleados no creen ni antigüedad ni tengan derechos, la falta de miras de los centennials que creen que el freelance es libertad, en lugar de una condena a una vejez precaria, etc.) cada vez menos personas cotizan y por tanto el fondo de seguridad de los retirados se deja de nutrir con las cuotas de las personas que siguen trabajando. Y del hecho de que 51% de la población económica ocupada total en México esté en la informalidad, ni hablamos.
Ahora bien, cuentas alegres o no, lo que es verosímil es que las AFORES nunca se concibieron como un verdadero seguro de vejez, en el sentido de su suficiencia económica, sino como una manera de despresurizar el sistema de pensiones y de seguridad social que desde hace más de 20 años es inviable a largo plazo. Empero, el tema de las pensiones tiene una característica peculiar, podemos decir que no hay problema inminente más grave y más cierto, pero también políticamente más suicida que ese. Veamos cómo están los incentivos para entrarle: en primer lugar, es uno de los tópicos que necesita más dinero, trascendente de la administración que lo aborde, así sea para hacer mejoras marginales. Es decir, miles de millones de pesos para hacer una programación que ni siquiera será sustancial para el sistema; en segundo lugar, una vez que decides entrarle al tema, ya no te puedes salir, porque es un tema inherentemente estructural y no coyuntural; los viejos lo son hoy y lo serán mañana, con nuevos viejos cada día; y en tercero, es un tema que, literalmente, lleva al extremo renunciar a valor presente por tranquilidad futura, la tendencia menos humana de todas, hasta para los adultos mayores, pues las pensiones son, para ellos, valor presente.
Como corolario, el incentivo de ganarse al electorado de la tercera edad, lo logró el gobierno con las transferencias económicas focalizadas. El apoyo a los adultos mayores es mucho más viable que el saneamiento del sistema de pensiones. Es probable que el sistema en general, por quiebra inevitable, se sustituya, en una o dos décadas, por un salario mínimo universal básico (bajísimo) con un aumento especial después de cierta edad. Lo que sí es posible es que, quienes ahora tienen menos de 45 años, no reciban nada de su supuesta pensión, tengan derecho a ella o no, por falta de solvencia del sistema. Pero hasta el día cero, nadie le va a entrar de lleno.