Columnas
Los cárteles del narcotráfico en México serán etiquetados como grupos terroristas por parte de Estados Unidos, a menos que las autoridades mexicanas cedan quién sabe qué para evitarlo en las negociaciones que llevan a cabo con sus feroces contrapartes estadounidenses encabezadas por el enemigo declarado del país, ni más ni menos que el propio presidente estadounidense Donald Trump.
En este ambiente, el jueves pasado el archimillonario y empresario más acaudalado del mundo, Elon Musk, hoy más encumbrado que nunca al formar parte del gabinete del presidente de Estados Unidos, acusó directamente al empresario más exitoso de nuestro país, y el de mayor riqueza, Carlos Slim, de estar involucrado con los cárteles del narcotráfico, esto sin prueba alguna y solamente basándose en un artículo del New York Times que explica muy acertadamente cómo los cárteles han penetrado tanto a la economía mexicana, que su impacto con la salida de este tipo de capitales también afectaría a Estados Unidos, es decir en pocas y sencillas palabras este periódico dijo que la economía mexicana es una narcoeconomía.
El hecho de que la actividad del narco retratada por uno de los periódicos más influyentes del mundo de los negocios no hace sino confirmar lo que todos sabemos, que amplias extensiones de nuestro territorio están dominadas por dicha actividad criminal, le duela a quien le duela y lo quieran o no lo quieran reconocer, poco queda a la imaginación o interpretación.
No hay pruebas de lo dicho por Musk, pero eso no es lo grave, vaya es de tan poca trascendencia que ni siquiera Slim y sus huestes se molestaron en responder, no así la mismísima presidenta Clarudia Sheinbaum, quien cada vez más muestra una sospechosa preocupación por el tema de la narcoeconomía y la narcopolítica, qué lejos están aquellos tiempos en los que todo lo negativo que dijeran fuera del país sobre los gobiernos mexicanos ellos como opositores lo convertían en verdad divina, si fueran otros tiempos ellos tomarían lo escrito por el periódico estadounidense como la prueba irrefutable del fracaso del gobierno y del país en manos de sus oponentes, hoy es muy distinto.
Como si no existieran; cualquiera que haya ido a Culiacán, por ejemplo, en los años recientes antes de la "guerra civil" generada por la extracción del Mayo Zambada por parte de fuerzas especiales estadounidenses, podría notar el "bienestar" de ciertas zonas, las decenas o quizás cientos de autolavados, literal, instalados a todo lujo, que no se sabe si lavaban exactamente automóviles, una ciudad muy limpia por lo visto.
Lo grave tampoco es que los cárteles sean declarados grupos terroristas, si no lo son cómo se le parecen, y la más reciente muestra es lo sucedido a un padre de familia y sus dos pequeños, acribillados vilmente porque se negaron a detenerse frente a una grupo de bestias que les querían robar su automóvil, pero les robaron la vida. Mientras, la otra bestia en toda la extensión de la palabra, un tal Rocha Moya, negando una y mil veces lo evidente.
Lo malo de todo esto es saber cuándo nos perdimos, y es malo porque como no reconocemos la enfermedad pues iniciar su tratamiento se pospone y entonces la cura quién sabe cuándo llegará.
Claro no faltarán quienes digan que desde hace seis años se están atendiendo las causas como nunca, y que los maleantes se mueren de pavor porque desde entonces los acusan con sus mamases y sus abuelitas. Mientras atienden las causas el sexenio pasado perdieron la vida en esta masacre nacional 200,000 mexicanos, esto ha tomado tinte de una auténtica guerra civil, una masacre, pero claro como dicen que "la paz es justo de la justicia", pues mientras que mueran los que tengan que morir.
¿Cuándo nos perdimos?, ¿acaso fue cuando nos prometieron llevarnos al primer mundo y el EZLN nos regresó a la realidad?, ¿acaso fue cuando en Lomas Taurinas se mataron a sí mismos?, ¿acaso fue la brutal devaluación del 21 de diciembre de 1994 que destruyó la economía de toda una generación y llevó la criminalidad a niveles no vistos y elevó la narcoeconomía como medio de salvación?, ¿acaso fue en aquellos 15 minutos que se dijo ocuparían para resolver este y muchos problemas y que se han extendido hasta nuestros días mientras el portador de dicha diarrea verbal descansa muy plácido en su rancho en Guanajuato?, ¿acaso fue aquella estúpida guerra contra el narco en la que se nombró general en jefe a un miembro de ellos mismos, de los narcos, y que hoy purga una condena de 38 años en Estados Unidos?, ¿acaso fue la insensibilidad del "bello" al que solo le preocupaba que no le aplaudieran y que no lo reconocieran como el "presidente más guapo de la historia", cualquier cosa que eso signifique, ¿o acaso fue producto de la estupidez de colmar de abrazos a las abejas que previamente estaban revoloteando inquietas porque alguien pateó el avispero a lo tonto?
¿No será todo junto?, ¿no será que tenemos que reinventarnos como sociedad?, ¿no será que el problema está en nosotros? Si con una masacre nacional como la del sexenio pasado respondimos con millones de votos en cascada a favor de la continuidad, ¿quién tiene la culpa?-
¿Es el país el que está perdido o es su sociedad? México tiene muchos problemas pero uno de ellos es sin duda el peor de todos, como dice un clásico: Qué bonito y qué gran país es México, lástima que esté lleno de.........¡mexicanos!