Quienes ven en los “liderazgos” del crimen organizado una especie de “genios del mal” están equivocados. Sí son maléficos, de eso no cabe duda y existe evidencia al respecto. Sin embargo, las cabezas de la delincuencia organizada distan de poseer rasgos de genialidad, si como parámetro de genios consideramos a Albert Einstein, Mozart, Darwin, Stephen Hawking, Leonardo da Vinci, Isaac Newton o Garry Kaspárov, por citar algunos.
Miedo no equivale a respeto. Las cabezas del crimen antes son temidas que amadas o respetadas, siguiendo la máxima que Nicolás Maquiavelo hiciera célebre en sus consejos a Lorenzo di Piero de ‘Medici, que constituyen su obra cumbre: El príncipe. La maquinaria criminal funciona a través del miedo que infunde. De ahí que se confunda temor con respeto o lealtad.
Con frecuencia me preguntan sobre cualidades o “virtudes” de los criminales más peligrosos que conocí a partir de detenciones, interrogatorios o por el estudio criminológico – policial. Poco hay que responder al respecto. Pesa el mito que sobre ellos se construye, pero en la realidad carecen de alguna habilidad intelectual especial.
La criminóloga Mónica Ramírez, responsable de la elaboración de los perfiles de algunos de los más peligrosos delincuentes -detenidos antes de la actual administración- termina, por ejemplo, con el mito del talento, virtudes o rasgos de genialidad de “El Chapo”, describiéndolo con un “IQ normal”, “adicto a las mujeres”, “respetuoso del matriarcado” y con un “marcado narcisismo”. Poco más hay que decir en torno a él. Sin embargo, fue capaz de edificar un imperio a partir de la venta de drogas y de eliminar sin miramientos a quienes obstaculizaran su voraz proceso de expansión. (Al respecto, consúltese: https://www.infobae.com/america/mexico/2019/01/08/video-habla-la-mujer-que-pudo-entrar-en-la-mente-de-el-chapo-guzman/).
Definir como genios a quienes dedican su vida a enriquecerse a costa de envenenar y construir cauces de ríos de sangre -consecuencia propia de su inmundo negocio- es ya de por sí un despropósito. ¿Que no acaso el asesinato es ya una señal inequívoca de animalismo salvaje y renuncia de la capacidad de raciocinio?
Algunas figuras del crimen organizado tienden a ser, ciertamente, seductoras. Y por ello a veces se les dota de cualidades que no poseen.
Observar en la pantalla a Al Pacino, Marlon Brando o Robert De Niro en el rol de “ejemplares” cabezas de “familia”, inspira a muchos confundidos -incapaces de comprender la diferencia entre valores y valores tergiversados- para seguir su camino. Si además se suman música de Nino Rota, fragmentos del Intermezzo de Cavalleria Rusticana de Pietro Mascagni y el talento de Francis Ford Coppola, pareciera que “El Padrino” es un modelo a seguir. Sin embargo, su perfil criminológico arrojaría resultados idénticos: personas con un IQ promedio, más temidos que respetados pero capaces de asesinar u ordenar hacerlo a la más mínima provocación.
Como Vito y Michael Corleone, Tony Soprano o Tony Montana (a) “Scarface”, se han construido mediáticamente personajes del crimen organizado en México, empezando por el propio Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, “El Chapo”, Servando Gómez Martínez, “La Tuta”, “El señor de los cielos” y otros más a los que no publicitaré en este texto.
También existen criminales tan mediatizados e idealizados que pasan de victimarios a víctimas, como algunos secuestradores que han inspirado novelas ganadoras de importantes premios literarios.
Lo cierto, evidencia de por medio, es que no existen “genios del mal”, sino criminales consuetudinarios con IQ promedio, más temidos que respetados, seductores y manipuladores. Lo sabemos de cierto porque están presos o muertos.
Perseguirlos, detenerlos y exhibirlos, los coloca en el lugar que les corresponde: lejos de los verdaderos genios reconocidos por la Historia.