Este año, en especial, será el periodo de definiciones de cara al proceso electoral del 2024 donde se renovará la presidencia de la República. De hecho, Ricardo Monreal es considerado, por simpatizantes del movimiento lopezobradorista, como uno de los cuatro presidenciables legitimados por las propias bases del partido, incluso eso se ha percibido en la propia percepción de las metodologías que ubican al coordinador de los senadores de Morena con un promedio del 16 a 18%.
Estas, por supuesto, sólo son percepciones que califican el ejercicio interno de Morena; falta tiempo y, el 2023, será el año clave para el despegue o la definición de quién será, una vez que se cumpla con el mecanismo de selección y el proceso sea transparente y democrático, aquel aspirante que encabece el proyecto de continuidad de la Cuarta Transformación.
Muchos sostienen que, en esa lista, solo hay espacio para tres aspirantes presidenciales que el mismo presidente ha nombrado cada que tiene oportunidad. La cuestión es que, en esa latitud, un importante porcentaje de simpatizantes de Morena se ha inclinado por Ricardo Monreal lo que implica, en el plano político, tenerlo en consideración porque su avance y posicionamiento son muy notorios, especialmente por la forma en que se han dado las condiciones.
Todos sabemos que, desde el poder, ha hecho hasta lo imposible para frenar las aspiraciones presidenciales de Ricardo Monreal. Han utilizado estrategias, incluso a la propia gobernadora de Campeche, Layda Sansores, que durante un tiempo fungió como la cuña con un espectáculo televisivo burdo y manipulado. Aun así, no han logrado que el coordinador de los senadores de Morena se debilite en el juego sucesorio.
Eso se ha ratificado cada vez que hay una guerra sucia en contra de Ricardo Monreal. Para desgracia de sus detractores o adversarios políticos paradójicamente lo han hecho crecer al coordinador de los senadores de Morena en la Cámara Alta; no sólo lo mantienen en la competencia interna de Morena, sino que lo meten de lleno por la silla presidencial.
Pienso, como ha sucedido en otras ocasiones, que difícilmente el presidente tendrá la determinación final. Es verdad que su opinión pesa, pero el juicio tiene más elementos que influyen para inclinar la balanza. Por ejemplo, sí hay una intención o sesgo de imposición no veo a Marcelo Ebrard legitimando esa decisión. Quizá el secretario de Gobierno se alinee, pero el canciller no, ni mucho menos Ricardo Monreal que ha dicho, una y otra vez, que no avalará un mecanismo manipulado como la encuesta pues ambos han vivido- en carne propia- la simulación de una metodología como la encuestas.
Las elecciones se ganan con votos y, una división de dos estructuras como la de Ricardo y Marcelo, pueden ser determinantes como para no ganar la elección en 2024. Por ello, podemos decir que López Obrador no tiene el control decisivo final pues repercuten más circunstancias como la clase empresarial, la iglesia y la relación con los sectores sociales y sindicatos del país. Además de ello, habrá que cicatrizar y conciliar hacia dentro del partido para lograr la anhelada unidad dado que, la sucesión presidencial, se ha empañado, incluso en la propia relación cordial.
A eso hay que sumarle los negativos de Claudia Sheinbaum, sobre todo porque cargará con las dos tragedias de la línea de transporte del metro de la Ciudad de México. Eso, por supuesto, tendrá un costo político muy alto que no será fácil de reparar o resarcir en vísperas del proceso interno de Morena.
Por ello, sigo pensando que, el perfil más idóneo para reivindicar y reconfigurar el proceso interno, es el propio Ricardo Monreal que se ha convertido, aunque el presidente no lo reconozca, en su aliado más eficaz y eficiente pues ha salido adelante en todas las propuestas de reforma al marco constitucional logrando, con la oposición, tener acuerdos importantes a través del diálogo. Gracias a esas maniobras, el proyecto de la 4T ha tenido equilibrio y gobernabilidad.
Durante cuatro años el legislativo federal ha sido el gran sostén de las políticas públicas del presidente Obrador. En esa coyuntura, el arquitecto es, por mucho, el coordinador de la fracción mayoritaria de la Cámara Alta, Ricardo Monreal, que aparece en los momentos más cruciales.
Por lo tanto, el mejor nivel de Ricardo Monreal lo veremos en 2023. Seguramente apretará el paso para llegar a la cima de las preferencias de la base morenista. Si partimos del hecho que no sólo se ha podido sostener pese a la guerra sucia en su contra, sino ha tenido la capacidad de seguir adelante mostrando habilidades y experiencia que no cualquiera posee, es doblemente meritorio.
Esas características son indispensables para encarar este tipo de procesos, sobre todo el presidencial donde el zacatecano siempre trasciende.