El presidente Andrés Manuel López Obrador se ha caracterizado como un político que tiene una convocatoria y respaldo masivo, al puro estilo, justamente de un hecho histórico que contó con el respaldo popular, como lo fue la expropiación petrolera encabezada por el General Lázaro Cárdenas del Río.
Fue desde el primer “fraude” en contra del presidente López Obrador, en el 2006 cuando Felipe Calderón, del Partido Acción Nacional resultó electo como presidente y un sexenio más tarde, aconteció lo que el actual presidente considera como el “segundo” fraude, perdiendo nuevamente, esta vez ante Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional, y fue en aquellos momentos cuando AMLO mostró el poder de convocatoria con el que cuenta, mismo que lo ha arropado por tres sexenios, que sigue vigente.
Esto me hace reflexionar el porqué las personas siguen acudiendo a las manifestaciones o marchas que son convocadas por el primer mandatario, y más en una época en la cual se tiene acceso a Internet, lugar en el cual es muy importante en la política actual mostrar el impacto y apoyo en las redes sociales.
Un punto a destacar es la presencia mediática que tiene, puesto que, a diario se posiciona entre el imaginario social a través de sus conferencias mañaneras, entre las cuales el presidente propone y destaca la agenda política afín a sus políticas de gobierno.
Pero, las presentaciones del presidente van más allá del control de la agenda mediática, permite visualizar la arena política públicamente, ver las negociaciones y manejo de información para entablar diálogos políticos y consensos.
Por ejemplo, mediante secciones como el “quién es quién” en donde presuntamente se desmienten o verifican hechos e informaciones, se da la impresión de transparencia y rendición de cuentas, hecho que evidentemente es de interés popular, y refuerza la imagen presidencial, la de campaña, de “honestidad”.
El presidente hizo un movimiento inteligente, el que siempre va a atraer a las y los mexicanos, y es justamente destacar el orgullo nacional, el enojo y tristeza de las intervenciones e invasiones a nuestro país, puesto que el pueblo mexicano está educado a reprochar las pérdidas de México. Falta con revisar nuestro himno nacional: “Mas si osare un extraño enemigo. Profanar con su planta tu suelo, Piensa ¡Oh Patria querida! que el cielo. Un soldado en cada hijo te dio”.
No existen diplomacias permisivas al intervencionismo, y el actual presidente aprovechó el salir en defensa de la soberanía, por ejemplo ante las propuestas estadounidenses de intervenir en suelo mexicano con el pretexto de clasificar al narcotráfico como “terrorismo”. Además de plantear en sus discursos la defensa de los recursos del país, y la autonomía de las gestiones nacionales, como el litio, la defensa e impulso de paraestatales como Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricidad.