El coronavirus llegó para cambiar muchos paradigmas. Nuestra realidad se ha vuelto tan disruptiva que ha roto día a día nuestros moldes de normalidad. Desde que llegó el Covid-19 a nuestra cotidianidad, nos hemos tenido que esforzar por adaptarnos a las nuevas formas de vida. Han emergido una gran cantidad de iniciativas que, están directamente relacionadas con la creatividad y la flexibilidad, hemos sido orillados a nuestros límites para poder transformarnos en todos los sentidos.
Uno de los mayores retos a los cuales nos hemos tenido que enfrentar, ha sido el de la educación, donde los sectores más afectados son la comunidad estudiantil y el docente. Todos estamos aprendiendo de esta situación y la normalización de clases online es uno de los desafíos más grandes, esto al menos hasta que sea seguro para todas y todos volver a la normalidad que ya conocemos. Y aunque eso pase, nuestra vida ha tenido tantos cambios que cuando superemos esta crisis, veremos que el mundo antes del coronavirus era muy diferente y no habrá manera de volver a aquella normalidad, por lo que la transformación en lo académico es inevitable y; por lo tanto, irreversible.
Los problemas que está enfrentando la educación en México son claros y es que sabemos que, desde el comienzo del confinamiento, la brecha educativa va en aumento junto con la deserción escolar. Y hoy, el #Covid19 ha vuelto a exponer las dolencias de nuestro sistema educativo, desfalcado por años de corrupción. Por lo que vale preguntarnos. ¿Dónde quedaron los recursos que en sexenios pasados se suponían habían sido entregados? ¿Dónde quedó la implementación tecnológica y la capacitación a docentes? No hay que olvidar que, al menos durante el sexenio pasado, se invirtieron en los tres primeros años más de 3,763 millones de pesos, para adquirir 240 mil laptops y 1 millón 669,864 tabletas para niños de escuelas públicas.
Sin duda, la educación tendrá su reto final con la falta de motivación por parte de los estudiantes, pues en muchas casas los padres se están quedando sin empleos y, simplemente, la educación pasa al último plano de prioridades.
La motivación constituye un paso previo al aprendizaje y es el motor de los estudiantes, por lo que es sumamente importante reforzarla día con día en la nueva normalidad, en tanto continuamos en espera del semáforo verde para volver; como estudiante hago votos por seguir en transformación, romper jerarquías y pensar mejor y más rápido, para poder enfrentar los cambios que, sin duda, seguirán sucediendo en nuestro entorno inmediato.