Por Iveth Serna
El miércoles 3 de febrero 12 polías de Camargo, Tamaulipas, fueron puestos a disposición por su presunta responsabilidad en el asesinato de 19 personas, ese mismo día, a la misma hora, los policías municipales de Eduardo Neri (Zumpango), Guerrero, se declararon en paro de labores, la exigencia; un aumento salarial de 700 pesos, lo que, en sus palabras, “podría decirse que es exorbitante”.
Este municipio guerrerense es uno de los que más ha sufrido los embates de la delincuencia organizada y aun así, solo cuenta con dos patrullas y cuarenta y dos policías, la mitad de ellos contagiados de Covid-19, el resto sin equipo táctico, sin seguro social, ni prestaciones, con ello se responde a las necesidades de seguridad de 22 poblaciones y más de 2 mil quinientos habitantes, los que quedaron tras el éxodo masivo de más de 5 mil guerrerenses víctimas del desplazamiento forzado masivo por causa de la violencia del crimen organizado en sus comunidades.
Camargo y Zumpango, dos caras de la misma realidad, realidad en la que garantizar condiciones laborales y salariales dignas a los cuerpos policiacos no está entre las prioridades de los gobiernos, esos mismos que después organizan conferencias de prensa para anunciar, con bombo y platillo, la detención de sus propios policías, a quienes se esfuerzan por mostrar como un caso aislado, sin embargo, la injerencia de los poderes fácticos en las instancias púbicas y la institucionalización de la violencia son verdades a gritos.
El manejo en los medios de comunicación también es siniestro, mientras Camargo era noticia y trendin topic nacional, en la página de internet del municipio de Eduardo Neri no hubo un solo registro del descontento de su cuerpo policiaco, ni boletín, ni comunicado, ni declaración, comunicación social también guardó silencio cuando los buscamos para conocer el posicionamiento oficial y en los medios nacionales esas pequeñeces tampoco tuvieron cabida.
Y es que sin importar que sea una persona o 19, de lo que estamos hablando acá es de vidas humanas que se pierden por la debilidad de nuestras estructuras de gobiernos, irresponsables y desdeñosas, a cuya titularidad llegan hombres y mujeres llenos de ambiciones personales de todo tipo, con un montón de promesas que no cumplirán y sin ningún interés real en el bienestar de sus comunidades.
Y con ello no disculpamos ni excusamos a los policías que, corrompidos o coaccionados, deciden colaborar con aquellos a quienes se suponen deben combatir, intentamos contextualizar para no caer en la trampa de las acusaciones livianas, sabemos que este es un tema complejo y de muchas variables, pero también creemos que la más peligrosa de todas son los gobernantes con muy poca altura de miras y con un compromiso social cuestionable.