El desierto de Arizona era por años la ruta más usada por miles de inmigrantes que buscaban internarse a los Estados Unidos sin documentos, sabían o por lo menos habían escuchado que cruzar esa zona de altas temperaturas y arenas calcinantes podría costarles la vida y aun así muchos lo intentaron. Hay cientos de relatos, historias que rayan en lo extraordinario y sin duda, fatales realidades que las acompañan.
Sin embargo, esta dura prueba de vida continúa para cientos de miles de personas que, a través de montañas, mares, desiertos y/ o ríos buscan construir un mejor futuro.
El rio Bravo o también llamado en la frontera, el rio Grande, se ha convertido en la ruta más usada por estos grupos de personas, bien sea que marchen solas o bajo la directriz del “pollero”, “coyote” o traficante para llegar a territorio estadounidense, pero las dificultades para cruzarlo son diferentes; menos tiempo, pero más riesgo, menos sol, pero más agua, menos vigilancia, pero mayor soledad. Los rescates aquí son más comunes, pero también las pérdidas de vida. Nadie nunca sabe que van a encontrar en las aguas en cause que forma una barrera natural.
Datos recientes de un estudio sobre la frontera México-Estados Unidos de Naciones
Unidas señalan que el rio Bravo o Grande es una de las zonas más “peligrosas y mortíferas para los migrantes”, y el número de víctimas mortales aumenta cada año. El Proyecto para los Migrantes Desaparecidos (MMP) de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) ha documentado un total de 2,403 muertes desde 2014, incluidas 497 en 2019 de ellos, ciento nueve se registraron precisamente en esas engañosas aguas, lo que muestra un aumento del 26 por ciento respecto a las 86 muertes registradas en 2018.
Fue en 2019 cuando las imágenes de los cuerpos de los salvadoreños, Óscar Martínez y su hija Valeria, fallecidos a las orillas del rio al tratar de cruzar, dieron la vuelta al mundo desnudando el rostro de una creciente crisis migratoria que como siempre trataba de minimizarse. Estas duras y crudas imágenes volvieron a mostrar cuál era y es aún la realidad de cientos de miles que ahora han decidido tomar “la ruta corta de rio Bravo”, un camino más cercano a la muerte.
Los cruces fronterizos no se han detenido, ni las administraciones estadounidenses o mexicanas lo han conseguido, buscan resolver ya en la “zona cero”, ahí donde ya están miles y miles de personas que escapan de una violencia, inseguridad y falta de oportunidad, que los condena a un negro futuro. La necesidad los lleva a intentar cruzar, así sea por el desierto o el rio, eso ya es lo de menos.
@ncar7