Con motivo del día internacional de la ciencia y la tecnología, diremos que ambas son un gran pilar en el desarrollo de la humanidad, puesto que, por medio de la primera, se puede obtener nuevo conocimiento a través del estudio de distintos fenómenos; y la segunda ha sido destinada al desarrollo de herramientas que ayuden en el proceso creación de algún bien o en la prestación de algún servicio.
Como sostiene el internacionalista y economista Stephan Haggard: el gasto público en ciencia y tecnología es vital para el desarrollo de la economía. De hecho, una política activa en el desarrollo tecnológico por parte del estado ha sido fundamental en la estrategia de desarrollo de, por ejemplo, algunos países del Sudeste Asiático. Como es bien sabido, estos países han logrado aumentar considerablemente sus niveles de ingreso en las últimas décadas lo que ha contribuido a la inclusión en el desarrollo de millones de personas.
Contrario a ello, México no se ha adaptado a los retos del financiamiento a la ciencia y a la tecnología, de hecho y como se mencionó en una columna anterior, falta renovar la legislación que regula la ciencia y vigilar la implementación de ciertos avances tecnológicos como lo es la inteligencia artificial, ya que según los expertos en el ramo, el 65% de los trabajo en el país tienden a ser automatizados.
Dentro del marco normativo nacional, el artículo 119 de la Ley General de Educación y el artículo 9 bis de la Ley de Ciencia y Tecnología señalan que los tres niveles de gobierno deberán gastar, en su conjunto, el equivalente al 1% del PIB en investigación científica y desarrollo tecnológico, cifra que resultan en un bajo número de personas que se quieran dedicar a la ciencia y que en nuestro país, según la OCDE, se traduce en contar con solo 5 mil 918, equivalentes a 4.7 investigadores por cada 100 mil habitantes.
Cifra muy por debajo de países similares a México, como Chile que tiene 8.57 investigadores por cada 100 mil habitantes; una proporción casi cuatro veces mayor a la nacional. La inversión pública en ciencia también tiene un sesgo de género como explica el Centro de Análisis en Investigación Fundar: hay 2 mil 81 mujeres (el 35.1% del total), cifra equivalente a unas 3.22 investigadoras públicas por cada 100 mil habitantes.
La ciencia y la tecnología aparte de solucionar problemas de la sociedad en donde se formula, tiene que tender a ser innovadora, lo cual incluye el registro de la patente ante la autoridad de propiedad intelectual, ya sea nacional o internacional. Es tiempo de que nuestra nación mejore a la par de países como Japón, que es el polo principal de ciencia y tecnología, seguido por China, República de Corea y Estados Unidos, según el Índice Mundial de Innovación 2022. ¡Así que manos a la obra México!