De pensiones y cálculos políticos

Trascendió en los medios un cálculo del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP): de aprobarse la iniciativa de reforma constitucional del presidente Andrés Manuel López Obrador en materia de pensiones y las propuestas de las candidatas, el gasto presupuestal en este rubro se elevaría de 5.8 por ciento del PIB actualmente a 7.8 por ciento para 2030.

Es tiempo de mirar arriba, y hacer a un lado la negación. El agua, la energía y las pensiones, son las tres crisis globales inevitables que la humanidad enfrentará en el mediano plazo, y nuestro país no será la excepción. El sistema de pensiones de Alemania, una de las economías más importantes del mundo y donde el nivel de bienestar per cápita sí coincide con el tamaño de su economía, está en crisis, y el Estado no puede permitirse pagar más del 52%, en promedio, del último sueldo a los jubilados. Eso dice mucho acerca de la sostenibilidad de los sistemas de pensiones en otros países.

En Estados Unidos, un tercio de los jubilados planea regresar a trabajar, o ya ha regresado a la fuerza de trabajo. A diferencia de Alemania, EU no se caracteriza por ser muy noble en sus sistemas de seguridad social, pero precisamente por eso los trabajadores empiezan a pensar en su retiro desde que entran a trabajar (no exagero). Esa paranoia sobre el retiro se pasa de generación en generación, y si ya no está resultando, quiere decir que simplemente vivir con los esquemas de antes, incluyendo los ahorros propios, ya no funciona.

Pongo esos dos ejemplos primero para que hagamos, a ojo de buen cubero, una conjetura sobre los problemas en los que ya están, o estarán pronto, países como México, Brasil, o la economía que quieran, grande pero inequitativa, con un elemento importante de informalidad laboral y precariedad recaudatoria. Por si queda alguna duda, nos referimos a que ahorita deberían estar cotizando los jóvenes de veinticinco años para que pudieran pagarse nuestras pensiones cuando nos retiremos los de 45. Pero no está sucediendo porque “son freelancers”; trabajan 3 meses para luego irse a malvivir a alguna playa durante un mes, y repiten el ciclo. Supongo que creen que ellos nunca van a envejecer. Genios.

Además, más del 50% de la población económicamente activa en México está en el sector informal. Eso, por un lado, alivia las finanzas públicas puesto que no tienen derecho a la jubilación (así de cruel, como se oye, se hacen las estimaciones desde las instancias competentes). Pero, por otro lado, también son millones de personas que no contribuyen a las cuotas obrero-patronales y por ende no ayuda en nada, ni a los retirados de hoy ni a los de mañana.

La propuesta de pensiones del gobierno federal implica un cambio a la constitución. Los últimos no han pasado, y el propio gobierno – creo - se la está jugando a que la oposición tampoco apruebe estas. Alguien que ha cuidado por todos los medios que no haya un desbalance en las finanzas públicas durante todo el sexenio, sabe perfectamente que lo que propone provocaría, por pura expectativa de entrada en vigor, una crisis económica y una fuga de capitales seria.

Lo malo es que estamos ante una oposición arrinconada que (cree) ya no tiene nada que perder, salvo el registro de sus partidos. Esto puede provocar que, a diferencia de otras ocasiones, y como dos idiotas jugando ajedrez, oposición y oficialismo aprueben algunas normas como esta, creyendo que le traerá votos en el corto plazo, ósea en 3 meses, aunque ello implique meter al país en un brete.

Si la reforma pasa en términos aritméticos, sería insostenible desde hoy. Dos puntos del PIB pueden sonar poco, pero son miles de millones de pesos anuales. Y nadie, ni el gobierno, ni los bancos, ni las afores, los tienen. La otra opción es que pase como una norma programática como las de antes, esas que dicen que todos tenemos derecho a una casa bonita, una educación de calidad, a estar sanos toda nuestra vida y versos similares. Dejando a la legislación secundaria la responsabilidad de que diga que nada de eso es posible. Pero hoy, con una mayoría de fractura de legisladores que son más cortesanos que de costumbre, tampoco es garantía de nada.