Cuando iniciaba la embestida contra gente de origen humilde, los conservadores tuvieron que guardar silencio sobre el tema con la llega de Xóchitl Gálvez, quien dentro de su guión teatral asegura, todavía, que viene desde debajo de los estratos sociales del país.
Ya estaba pululando la discriminación a través de columnistas adheridos a la derecha, diciendo que cómo era posible que la hija de un albañil se convirtiera en gobernadora, o que una vendedora de barbacoa sea secretaria del Bienestar.
La discriminación, sazonada con misoginia y sectarismo debió detener sus textos y parar las prensas de los medios más rancios para que nade dijera nada sobre el ascenso de una especie de Cenicienta hidalguense a quien le prepararon un guion que debió seguir aunque nadie le creyera.
Los desaires en los diferentes foros donde se ha presentado esta vendedora de gelatinas que llegó a convertirse en empresaria, se multiplican a lo largo y ancho del país, y de la imagen que inflaron los medios ya no queda ni el cascarón.
Para quienes rechazan que alguien que tiene cuna humilde pueda convertirse en funcionario o funcionaria pública la consigna, falsa, por cierto, de Xóchitl, debió detener su vuelo al viento. Ojalá que se siguiera el camino del indio de Guelatao, del que ya se olvidaron muchos aprendices de aristócratas, y pueda haber más hijas de albañiles y de vendedores de barbacoa no sólo al frente de una secretaria o gobernando un estado sino dirigiendo los destinos del país.
Esto que asusta a más de un conservador, incluso dentro de la izquierda o de Morena, que no es lo mismo, y combate la igualdad con una supuesta falta de preparación por el simple hecho de haberse educado en escuelas públicas. La moda de los priistas de condicionar el acceso a la administración pública para ser funcionarios iniciada por De la Madrid y se consolidada con Salinas de Gortari, se acabó.
Personajes como Aurelio Nuño, Agustín Carstens, José Antonio Meade, Luis Videgaray, Enrique Peña, etc. ya mostraron su inoperancia. Tenían más vocación por la corrupción que por el bienestar social.
Las universidades privadas y el postgrado en el extranjero fueron una especie de pase automático a la administración pública. La movilidad social se entendió con muchas limitaciones una vez concluida la revolución, ahora es momento de llevar adelante con el riego que exige la responsabilidad social, la vocación de servicio y conciencia política.
Es hora de que cada quien desarrolle lo que sabe desde el gobierno con conciencia social y no con la marginación que impone la condición de sentirse superior al resto de la población, por el simple hecho de estudiar en escuela privada. No cabe duda que la discriminación empieza en la escuela. La diferencia no asigna superioridad sino sólo diversidad.